Mi libertad se termina donde empieza la de los demás. Jean Paul Sartre.
Los límites se expresan en todos los sentidos, desde el
trato en pareja a la convivencia misma con las demás personas.
Para que una relación funcione es necesario que mantenga
ciertos límites, considerando la individualidad de cada persona, sus
experiencias y las expectativas de vida, la educación y los valores
recibidos, su historia de vida familiar, su grado de autoestima, sus propios límites, etc.
En nombre del amor también se han cometido y permitido muchos daños,
muchos excesos. Y es ahí donde justamente debemos de tener en cuenta que en una
relación hay conductas que no deberíamos dejar pasar, aquellas que traspasan lo
permitido porque van en contra de nuestros principios y convicciones, incluso de nuestra propia integridad.
Establecer límites claros en una relación es necesario para una buena interacción, pero no
siempre se trata ni se conversa de antemano.
Las
personas a veces sienten temor de exponer sus límites por las consecuencias quizás´desfavorables´que estas puedan tener; piensan que si expresan con
honestidad y dicen lo que piensan a la otra persona, ello puede ser motivo de discusión, disconformidad, molestia o incluso que se termine una relación.
Puede ser además que se haya desarrollado un vínculo de
apego, la dependencia emocional que mantiene
comportamientos poco sanos como el hecho de aguantar o soportar los malos tratos, las mentiras,
etc.
Nuevamente por el temor a no perder o romper la relación, incluso con
justificaciones como: “va a cambiar porque me quiere”, “ya le pasará, seguro está
cansado”, etc. Y si aún establecidos nuestros límites la persona los traspasa,
los vulnera, hace daño y no los respeta de manera consecutiva, estamos en la necesaria
obligación de salvaguardar nuestra salud emocional y ser responsables con uno
mismo, de cuidarnos y mostramos cuanto nos estimamos.
Para ello debemos haber desarrollado una buena autoestima que dé cuenta de la autovaloración, de ser capaces de decir las cosas
como las pensamos y sentimos, incluso con la posibilidad de estar solos el tiempo que sea necesario, sin un compromiso.
Teniendo claro ello, será posible no bajar la cabeza, no
someternos o dejar que se vulneren nuestros derechos, en una palabra, que no se
nos maltrate.
Esta es una actitud
coherente con nuestros principios y valores y en armonía con las otras personas
porque permitirá desarrollar una relación madura, sana, donde el respeto será
la variable que se imponga sin necesidad de estarla pidiendo.
Ps. Rocxana Croce P.