lunes, 17 de marzo de 2025

El divorcio y los hijos

 


“Una vez que pase la tormenta de arena, no recordarás cómo lo lograste, cómo sobreviviste, pero una cosa será segura, ya no serás la misma persona”.

Haruki Murakami.


 El divorcio es una separación de la pareja que resulta dolorosa en diferentes grados, sobre todo cuando hay hijos de por medio. 

 Como toda perdida afectiva y final de una relación, se atraviesa por un proceso de duelo, aún sin que exista una muerte física de uno de los miembros. 

 Cuando hay hijos de por medio, es inevitable que no estén inmersos en la decisión. Frente a ello es necesario que los padres muestren una actitud adecuada y favorable, explicarles que la permanencia en la vida de sus hijos, aun a pesar de la distancia física, será por siempre de parte de ellos.

 Si bien el divorcio rompe la estabilidad, se necesita que el tema sea abordado de manera clara y concreta, considerando la edad y etapa de cada uno de los hijos.

 En ese sentido, un divorcio no necesariamente representa una tragedia.

 Una tragedia sería que los hijos presencien el desamor de sus padres o estén expuestos a comentarios como «yo sacrifico mi vida por mis hijos y por ello continúo viviendo contigo».

 Doloroso sería que los hijos sufran continuamente por las discusiones y peleas de sus padres diariamente, y más aún cuando hablamos de casos de maltrato en la pareja, abuso violencia de cualquier índole.

 Los efectos del desamor que presencian los hijos en los padres a futuro pueden generar en ellos la tendencia a establecer vínculos de sacrificio, mas no de amor. Es decir, los hijos podrían seguir el ejemplo de los padres, establecer relaciones siguiendo patrones disfuncionales.

 Un divorcio responsable compromete a ambos padres a brindarles a sus hijos una mejor calidad de vida en todo sentido, y ponerles fin a las desavenencias entre los padres.

 Un punto importante es dejar en claro que no es por ellos (los hijos) que se separan papá y mamá, que a veces las personas no logran tener las afinidades necesarias para convivir y que es mejor llegar a un acuerdo saludable donde si bien ya no estarán juntos bajo el mismo techo, ellos deben tener la plena seguridad que sus padres no los abandonaran porque existen entre ellos lazos indestructibles.

 Considerando que cualquier cambio es difícil sobre todo cuando están de por medio  sentimientos y emociones, hace falta desarrollar empatía, el tacto, la capacidad de observación, la paciencia entre otros aspectos  y estar atentos a los comportamientos, de ser necesario buscar ayuda profesional para afrontar el proceso de adaptación a la nueva convivencias; incluso si se lleva bien un proceso de separación, este sirve de gran aprendizaje, permite desarrollar habilidades de afrontamiento y toma de decisiones, donde es posible superar éste difícil periodo conservando los vínculos familiares y el bienestar de los miembros.

 En este proceso, los hijos pueden elaborar y procesar el divorcio de sus padres sin verse tan afectados, incluso pueden llegar a superar la separación de sus padres e integrar dos hogares —casa de papa y casa de mama—, hogares a los que ellos pertenecen, siendo parte de esas dos familias.

 Evidentemente esto se logra con más facilidad siempre y cuando los padres se separen de forma adulta y manejen el proceso con sensatez y responsabilidad afectiva.

  El divorcio es una posibilidad y, muchísimas veces, la única solución al vendaval de problemas de la pareja.

 Habrá padres que logran una separación madura y funcionan como equipo. Así como hay padres casados que no funcionan ni como pareja, ni como padres. Existen padres que continúan casados y no ejercen función paterna.

 Y en muchos casos, los niños criados por padres que no cumplen su función irán a tratamiento psicológico e incluso psiquiátrico por la magnitud y consecuencias de un mal manejo intrafamiliar.

 El divorcio no es una tragedia, la tragedia es que algunas personas no lo asuman, no lo acepten y no elaboren el duelo necesario para empezar otra etapa en su vida.

 No se puede normalizar un matrimonio mal llevado, ni normalizar un divorcio patológico

 Finalmente, el hogar debe transmitir seguridad y pertenencia en los hijos, sabiendo que continúan siendo familia, pero en dos casas distintas.

 Ps. Rocxana Croce P.


El divorcio y los hijos

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