"Lo que yo deseo, la fuerza
que yo busco no es aquella que te lleva a perder o a ganar. Tampoco quiero una
muralla para repeler las fuerzas que lleguen del exterior. Lo que yo deseo es
una fuerza que me permita ser capaz de recibir todo cuanto proceda del exterior
y resistirlo. Fortaleza para resistir en silencio cosas como la injusticia, el
infortunio, la tristeza, los equívocos, las incomprensiones."
Haruki Murakami
Vivimos en un mar de incertidumbres,
navegamos en una frágil embarcación, nuestras velas tensas por el temporal intentan aprovechar el impulso del los vientos para avanzar...es una travesía desafiante.
Vamos a bordo de nuestra frágil
embarcación cargando nuestros miedos (viejos y nuevos), con todas
nuestras dudas, y nuestras aumentadas inseguridades.
La vida nos pone a prueba,
estamos viviendo situaciones que trastocan las fibras más hondas del ser humano.
Nuestra existencia dio un giro radical, para
lo cual no estábamos preparados ni material, ni espiritual, ni psicológicamente.
¿Quién a partir de un evento
gravitante y adverso no ha tenido una o varias noches presos del insomnio,
quién no ha sentido en esta travesía el temor y la angustia, quién no ha experimentado uno o varios momentos de
decaimiento, de desesperanza e incluso de confusión?
Estamos aprendiendo a
convivir con la incertidumbre de manera cotidiana, estamos intentando moderar
nuestras expectativas frente a la vida, vamos regulando por momentos nuestras
emociones, vivimos el presente, el aquí y el ahora abrazando los pequeños grandes momentos.
Pero también hay
aprendizajes
Aprendemos que la solidaridad
y la empatía son poderosas capacidades que fortalecen los vínculos y
posibilitan la resiliencia.
Nos reencontramos dentro de las familias, reconociéndonos como tal vez antes no lo hacíamos, nos unimos más para sentirnos protegidos, reforzamos el núcleo otorgándole mayor valoración y trascendencia.
Pero además reconocemos que la confusión
es parte de la vida y que no es ajena al ser humano.
Frente a este panorama, mostramos aceptación y comprobamos que al final lo verdaderamente esencial en la
vida, es aquello que tenemos entre manos, es nuestro PRESENTE, porque todo
tiene un motivo y una razón.
Naufragar en esta travesía
también es además una realidad que no podemos ignorar, son las vicisitudes, las
posibilidades que corremos todos; nadie está libre, ni el poderoso, ni el más
sabio; ni el que subsiste casi de milagro recreándose e ingeniándoselas para
sobrevivir día a día.
Nos creíamos más o menos infalibles,
más o menos eternos, viviendo una vida incesante, de prisas y sin pausas. Vivir coqueteando con la muerte es otro aprendizaje que nos trae esta situación extrema. Como para pensar en ello ¿verdad?
Pero la realidad es que
nuestra existencia es tan corta y tan efímera, que pareciera ser un soplo en la boca de Dios.
Ps. Rocxana Croce.