Piensa siempre en lo
que harás antes de actuar. No permitas que la impulsividad te domine o tu
camino estará lleno de oscuridad.
Ps. Rocxana Croce P.
Algo que nos diferencia a
los humanos de cualquier otra especie animal, es que tenemos la capacidad de
razonar sobre nuestros impulsos, podemos “pensar antes de actuar”.
Sin embargo, no siempre
actuamos de manera racional, ya que muchas veces nos dejamos llevar por
nuestros instintos primitivos.
La impulsividad es un rasgo
de la personalidad.
Las personas impulsivas se
caracterizan por una tendencia a emitir una conducta sin tener en cuenta las
consecuencias. No evalúan si sus actos o palabras pueden ocasionar
malestar, tanto para sí mismos como para los demás. Es decir, que actúan
siguiendo un impulso y no pensando o analizando las variables.
La impulsividad y la
agresividad constituyen rasgos de la personalidad estrechamente
relacionados. La impulsividad, en ocasiones, puede dar lugar a conductas
agresivas, considerándose la impulsividad como uno de
los predictores más significativos de la agresividad.
La conducta impulsiva en los
seres humanos se expresa con características como
la impaciencia, la búsqueda del riesgo y el placer,
la necesidad de recompensa inmediata, la dificultad para analizar las
consecuencias de los propios actos, y la agresividad, así como con
la falta de
habilidad para detenerse, la dificultad para inhibir
conductas motoras, el escaso juicio, las dificultades en la planificación,
la anticipación de resultados desfavorables y la falta de autocontrol.
Podríamos distinguir entre
una conducta impulsiva necesaria o funcional y una conducta
impulsiva disfuncional. La primera estaría presente en personas muy
aventureras, activas y rápidas en el procesamiento de la información.
La segunda se expresa y está
asociada a respuestas poco reflexivas que tienen consecuencias negativas para
la persona.
También existe una conducta
impulsiva disfuncional patológica presente en determinados trastornos
psicológicos y psiquiátricos tales como los trastornos alimenticios, abuso de sustancias, trastorno por déficil de atención, el trastorno bipolar o algunos
trastornos de personalidad, como el límite o el antisocial, en
la ludopatía, donde se tiene un deseo incontrolable de apostar.
Existen 6 facetas en donde
se hace visible la impulsividad:
1. Dificultad para demorar
la recompensa y búsqueda de la inmediatez.
La impulsividad se
caracteriza por los problemas a la hora de detener los impulsos, es decir, de
frenar ciertas conductas, aunque se sepa que va a existir una consecuencia
negativa. Estas personas tienden a buscar la inmediatez en diferentes aspectos
de la vida, y en muchas ocasiones esto es causa de violencia interpersonal.
2. No consideran los
riesgos y hay ausencia de planificación.
La impulsividad se orienta
únicamente hacia el momento presente, por lo que la persona no tiene en mente
las consecuencias de los actos sobre el futuro. Enfrentan todas las situaciones
mientras se van presentando, se les complica demasiado elaborar planes a
futuro.
3. Urgencia por actuar.
La impulsividad también se
expresa como respuesta al estrés, de manera que pareciera imposible sostener la
tensión que se acumula en el caso de inhibir la acción. Todos los trastornos
del control de impulsos tienen en común esta urgencia por actuar, de esta
manera, la tensión que siente la persona sólo se resolvería cuando realiza la
conducta impulsiva.
4.Búsqueda de sensaciones
Otro rasgo que se asocia a
la impulsividad es la necesidad de estímulos nuevos, lo que se expresa en la
búsqueda de experiencias que incluso pueden poner en riesgo la integridad
física o emocional de la persona, como lo puede ser abuso de sustancias, actividades
sexuales riesgosas, y todas aquellas experiencias en donde predomina el placer
antes que cualquier consecuencia negativa que esto pueda traer.
5. Escasa perseverancia.
Ante cualquier error
resultante de la conducta impulsiva, la persona se sienta incapaz de continuar
esforzándose para darle la vuelta a la situación. Presenta dificultad para
tolerar la frustración, causando que la persona abandone tareas lo cual es otro
acto impulsivo.
6.Problemas de regulación
emocional.
La impulsividad también se
manifiesta como la dificultad para regular las emociones. La regulación
emocional requiere de espacios internos para observar en detalle lo que ocurre
en el interior (insight), para que, de esta forma, se puedan desarrollar
conductas más adaptativas.
¿Qué factores influyen en la
aparición de la impulsividad y la agresividad?
Entran en juego variables
biológicas, psicológicas y sociales.
Por otro lado, es importante
valorar si el comportamiento impulsivo es transitorio o se trata de
un estado permanente de la persona. Se observan numerosas
propuestas que enfatizan en el aprendizaje medioambiental de este comportamiento,
estableciendo que la conducta impulsiva aparece como resultado de
la observación y la imitación de un modelo agresivo.
¿La educación influye en la
impulsividad?
La impulsividad en niños
y adolescentes tiene mucho que ver con los factores sociales relacionados
con el entorno el principal que es la familia. Existe evidencia de que la
manera de criar puede influir en el modo en el que la persona aprende a regular
lo que siente.
Las situaciones de abuso
físico, psicológico y sexual aumentan el riesgo de que los niños y los
adolescentes desarrollen a lo largo de los años conductas impulsivas.
Todo esto es de suma
importancia ya que la impulsividad puede llegar a tener consecuencias negativas
para la vida de la persona tanto a corto como a largo plazo, como lo pueden ser
el consumo de drogas, más riesgo a contraer enfermedades de transmisión sexual,
e incluso más riesgo de caer en conductas delictivas.
Bases neurológicas de la
impulsiv¡dad.
La
impulsividad no puede ser entendida, como una conducta aislada, más bien se
trata de una tendencia a actuar de forma rápida y sin meditación alguna, con el
objetivo de resolver una situación o manejar una emoción.
Todo esto se explica mejor
al investigar qué partes del cerebro y qué estructuras se asocian a la
impulsividad.
Una de las zonas del cerebro
más relacionadas con la impulsividad es la corteza prefrontal, esta se encarga
de que nosotros seamos capaces de razonar sobre nuestros actos, así como
también se encarga de la planificación y de la capacidad para inhibir conductas
o pensamientos no deseados, por lo que un daño en esta zona implicaría cambios
de personalidad e incluso, problemas de impulsividad.
En nosotros, se encuentran
dos neurotransmisores muy importantes encargados de establecer ciertas
conexiones en el cerebro, estos son la serotonina y la dopamina. Se ha
observado que un nivel bajo de serotonina se asocia a mayor impulsividad, lo
que provoca en la mayoría de las veces la participación en actividades de
riesgo. La dopamina, se relaciona con la impulsividad en su exceso; puesto que
el aumento de esta provoca una sensación placentera, la cual la persona va a
seguir buscando.
Cómo reconocer los
comportamientos impulsivos.
La impulsividad consiste en
la necesidad urgente de satisfacer un deseo; es una necesidad de
gratificación inmediata que provoca cierta tensión emocional y que pone en
marcha comportamientos de forma casi automática con el fin de evitar el
malestar. La urgencia y el automatismo impiden que
podamos reflexionar sobre sus consecuencias a mediano y largo plazo.
Así, la impulsividad se
caracteriza por una dificultad en el control de la conducta,
una incapacidad de resistir el impulso.
El resultado son reacciones
exageradas, impaciencia, exigencia, ira, dificultades y conflictos en las
relaciones con los demás, poca tolerancia a la frustración y el aburrimiento,
tendencia a la agresividad, adicciones. Esto puede provocar desde pequeños
accidentes hasta conductas de riesgo.
Como es de esperar, también
provoca mucho sufrimiento, vergüenza, culpa y remordimientos por
sentir que no se tiene el control de la propia vida. Las explosiones, la
tensión, el estrés y la ansiedad tienen un impacto importante sobre la
autoestima y el autoconcepto.
¿Cómo es la intervención
psicológica en el tratamiento de la impulsividad y la agresividad?
Los profesionales de la
psicología podemos facilitar recursos que permitan mejorar la
autoestima, la asertividad, las habilidades sociales o
el autocontrol emocional, así como el entrenamiento en técnicas de
relajación.
La intervención psicológica
se realiza a varios niveles:
Cognitivo.
Incidiendo sobre los
pensamientos de la persona podremos observar cambios conductuales significativos.
Ayudando al paciente a identificar y corregir creencias disfuncionales o pensamientos
irracionales, facilitaremos la generación de respuestas
alternativas en la resolución de conflictos.
Conductual.
A este nivel se facilitan
técnicas con el fin de disminuir la conducta, como por ejemplo la técnica
del “tiempo fuera”, retirando a la persona del medio que ha propiciado
la conducta no deseada, alejándola así del contexto que refuerza el
comportamiento que queremos evitar.
Emocional.
Finalmente, a este nivel se
identifican los indicadores emocionales que preceden la aparición de
la conducta violenta. Reconocer dichos indicadores servirá al
individuo para anticiparse y evitar la pérdida de
control. Además, no hay que olvidar el trabajo para mejorar
la expresión emocional, proporcionando recursos con el objetivo de conocer
los propios sentimientos para así poder manejarlos adecuadamente.
¿Es necesario combinar la
psicoterapia con un tratamiento farmacológico?
Considerando que, con cierta
frecuencia, la conducta impulsiva se encuentra asociada
al trastorno bipolar, los trastornos psicóticos, el abuso de
sustancias, el juego patológico o los trastornos de
la conducta alimentaria, es preciso considerar la necesidad de
un tratamiento farmacológico y por ello, las intervenciones
terapéuticas coordinadas con psiquiatría.
Algunos consejos generales
para contrarrestar los patrones de conducta impulsivos.
1. Identificar el origen.
Identificar en todo momento
el detonante de nuestra impulsividad, anotarlos en un papel, ello nos permitirá
evitar cualquier situación crítica o bien trabajar para superar dicho problema.
2. Aprender mecanismos de
relajación.
Algunos de los mecanismos de
relajación más habituales que podemos aprender son el Mindfulness o
técnica de la atención plena, el yoga o la relajación muscular progresiva.
3. Realizar respiraciones
profundas.
Aprender a realizar
respiraciones profundas y conscientes en momentos determinados es una de las
mejores formas de relajarnos y tomar el control de la situación en casi
cualquier momento. Inhalar, sostener, exhalar.
La respiración propia del
Mindfulness nos ayuda a reducir las pulsaciones y mantenernos suficientemente
calmados para reaccionar de manera adaptativa a cualquier situación.
4. Crear pautas de conducta
claras y estructuradas.
Estas pautas son un conjunto
de acciones que debemos memorizar y poner en práctica en caso de atravesar por
un episodio de impulsividad; así sabremos en todo momento qué
hacer si esto ocurre y con el tiempo interiorizamos cada una de dichas acciones
hasta que se conviertan en una respuesta natural.
5. Poner en práctica hábitos
de vida saludables
Unos hábitos de vida
saludables puestos en práctica diariamente nos ayudarán a tener una vida más
relajada y controlada, con la que podremos evitar con mayor seguridad,
cualquier tipo de impulsividad en el día a día. Esto se debe a que cuanto
mejor estemos físicamente, menos vulnerables seremos al estrés y a la ansiedad.
Estos hábitos de vida son
muy diversos e incluyen dormir un número adecuado de horas para descansar
correctamente, levantarnos y acostarnos a la misma hora todos los días, tener
una dieta equilibrada y realizar actividad física frecuentemente.
6. Evitar situaciones
estresantes innecesarias.
Una vez sepamos qué
situaciones nos hacen perder el control y cuáles son los detonantes principales
de nuestra impulsividad, debemos evitar diariamente todas aquellas situaciones
que nos hagan sentir estrés.
Esto puede lograrse también
manteniendo un horario de tareas diarias o semanales organizado que nos
permita completar con éxito todas nuestras obligaciones sin prisa, pero
sin pausa, y sin ceder o abandonar las metas a muy corto plazo que afectarán las
metas a mediano y largo plazo.
7. Tener un diario emocional.
Como se ha indicado, apuntar
diariamente las situaciones o detonantes que nos empujan a ser impulsivos puede
ser una buena forma de conocernos a nosotros mismos y de empezar a superar
nuestro problema.
Esta estrategia es conocida
como "diario emocional" y consiste
en detallar por escrito los sentimientos negativos y positivos que
podemos sentir durante los períodos emocionalmente intensos, para reconocerlos
y aprender a comprenderlos y/o
superarlos.