domingo, 7 de julio de 2024

IMPULSIVIDAD

 


Piensa siempre en lo que harás antes de actuar. No permitas que la impulsividad te domine o tu camino estará lleno de oscuridad.

Ps. Rocxana Croce P.

Algo que nos diferencia a los humanos de cualquier otra especie animal, es que tenemos la capacidad de razonar sobre nuestros impulsos, podemos “pensar antes de actuar”.

Sin embargo, no siempre actuamos de manera racional, ya que muchas veces nos dejamos llevar por nuestros instintos primitivos.

La impulsividad es un rasgo de la personalidad. 

Las personas impulsivas se caracterizan por una tendencia a emitir una conducta sin tener en cuenta las consecuencias. No evalúan si sus actos o palabras pueden ocasionar malestar, tanto para sí mismos como para los demás. Es decir, que actúan siguiendo un impulso y no pensando o analizando las variables.

La impulsividad y la agresividad constituyen rasgos de la personalidad estrechamente relacionados.  La impulsividad, en ocasiones, puede dar lugar a conductas agresivas, considerándose la impulsividad como uno de los predictores más significativos de la agresividad.

La conducta impulsiva en los seres humanos se expresa con características como la impaciencia, la búsqueda del riesgo y el placer, la necesidad de recompensa inmediata, la dificultad para analizar las consecuencias de los propios actos, y la agresividad, así como con la falta de habilidad para detenerse, la dificultad para inhibir conductas motoras, el escaso juicio, las dificultades en la planificación, la anticipación de resultados desfavorables y la falta de autocontrol.

 

Podríamos distinguir entre una conducta impulsiva necesaria o funcional y una conducta impulsiva disfuncional.  La primera estaría presente en personas muy aventureras, activas y rápidas en el procesamiento de la información. 

La segunda se expresa y está asociada a respuestas poco reflexivas que tienen consecuencias negativas para la persona. 

También existe una conducta impulsiva disfuncional patológica presente en determinados trastornos psicológicos y psiquiátricos tales como los trastornos alimenticios, abuso de sustancias, trastorno por déficil de atención, el trastorno bipolar o algunos trastornos de personalidad, como el límite o el antisocial, en la ludopatía, donde se tiene un deseo incontrolable de apostar.

Existen 6 facetas en donde se hace visible la impulsividad:

 

1. Dificultad para demorar la recompensa y búsqueda de la inmediatez.

La impulsividad se caracteriza por los problemas a la hora de detener los impulsos, es decir, de frenar ciertas conductas, aunque se sepa que va a existir una consecuencia negativa. Estas personas tienden a buscar la inmediatez en diferentes aspectos de la vida, y en muchas ocasiones esto es causa de violencia interpersonal.

2. No consideran los riesgos y hay ausencia de planificación.

La impulsividad se orienta únicamente hacia el momento presente, por lo que la persona no tiene en mente las consecuencias de los actos sobre el futuro. Enfrentan todas las situaciones mientras se van presentando, se les complica demasiado elaborar planes a futuro. 

3. Urgencia por actuar.

La impulsividad también se expresa como respuesta al estrés, de manera que pareciera imposible sostener la tensión que se acumula en el caso de inhibir la acción. Todos los trastornos del control de impulsos tienen en común esta urgencia por actuar, de esta manera, la tensión que siente la persona sólo se resolvería cuando realiza la conducta impulsiva.

4.Búsqueda de sensaciones

Otro rasgo que se asocia a la impulsividad es la necesidad de estímulos nuevos, lo que se expresa en la búsqueda de experiencias que incluso pueden poner en riesgo la integridad física o emocional de la persona, como lo puede ser abuso de sustancias, actividades sexuales riesgosas, y todas aquellas experiencias en donde predomina el placer antes que cualquier consecuencia negativa que esto pueda traer.

5. Escasa perseverancia.

Ante cualquier error resultante de la conducta impulsiva, la persona se sienta incapaz de continuar esforzándose para darle la vuelta a la situación. Presenta dificultad para tolerar la frustración, causando que la persona abandone tareas lo cual es otro acto impulsivo.

6.Problemas de regulación emocional.

La impulsividad también se manifiesta como la dificultad para regular las emociones. La regulación emocional requiere de espacios internos para observar en detalle lo que ocurre en el interior (insight), para que, de esta forma, se puedan desarrollar conductas más adaptativas.

 

¿Qué factores influyen en la aparición de la impulsividad y la agresividad?

Entran en juego variables biológicas, psicológicas y sociales.

Por otro lado, es importante valorar si el comportamiento impulsivo es transitorio o se trata de un estado permanente de la persona.  Se observan numerosas propuestas que enfatizan en el aprendizaje medioambiental de este comportamiento, estableciendo que la conducta impulsiva aparece como resultado de la observación y la imitación de un modelo agresivo.

 

¿La educación influye en la impulsividad?

La impulsividad en niños y adolescentes tiene mucho que ver con los factores sociales relacionados con el entorno el principal que es la familia. Existe evidencia de que la manera de criar puede influir en el modo en el que la persona aprende a regular lo que siente.

Las situaciones de abuso físico, psicológico y sexual aumentan el riesgo de que los niños y los adolescentes desarrollen a lo largo de los años conductas impulsivas. 

Todo esto es de suma importancia ya que la impulsividad puede llegar a tener consecuencias negativas para la vida de la persona tanto a corto como a largo plazo, como lo pueden ser el consumo de drogas, más riesgo a contraer enfermedades de transmisión sexual, e incluso más riesgo de caer en conductas delictivas.

 

Bases neurológicas de la impulsiv¡dad.

​​La impulsividad no puede ser entendida, como una conducta aislada, más bien se trata de una tendencia a actuar de forma rápida y sin meditación alguna, con el objetivo de resolver una situación o manejar una emoción. 

Todo esto se explica mejor al investigar qué partes del cerebro y qué estructuras se asocian a la impulsividad. 

Una de las zonas del cerebro más relacionadas con la impulsividad es la corteza prefrontal, esta se encarga de que nosotros seamos capaces de razonar sobre nuestros actos, así como también se encarga de la planificación y de la capacidad para inhibir conductas o pensamientos no deseados, por lo que un daño en esta zona implicaría cambios de personalidad e incluso, problemas de impulsividad. 

En nosotros, se encuentran dos neurotransmisores muy importantes encargados de establecer ciertas conexiones en el cerebro, estos son la serotonina y la dopamina. Se ha observado que un nivel bajo de serotonina se asocia a mayor impulsividad, lo que provoca en la mayoría de las veces la participación en actividades de riesgo. La dopamina, se relaciona con la impulsividad en su exceso; puesto que el aumento de esta provoca una sensación placentera, la cual la persona va a seguir buscando.


Cómo reconocer los comportamientos impulsivos.

La impulsividad consiste en la necesidad urgente de satisfacer un deseo; es una necesidad de gratificación inmediata que provoca cierta tensión emocional y que pone en marcha comportamientos de forma casi automática con el fin de evitar el malestar. La urgencia y el automatismo impiden que podamos reflexionar sobre sus consecuencias a mediano y largo plazo.

Así, la impulsividad se caracteriza por una dificultad en el control de la conducta, una incapacidad de resistir el impulso.

El resultado son reacciones exageradas, impaciencia, exigencia, ira, dificultades y conflictos en las relaciones con los demás, poca tolerancia a la frustración y el aburrimiento, tendencia a la agresividad, adicciones. Esto puede provocar desde pequeños accidentes hasta conductas de riesgo.

Como es de esperar, también provoca mucho sufrimiento, vergüenza, culpa y remordimientos por sentir que no se tiene el control de la propia vida. Las explosiones, la tensión, el estrés y la ansiedad tienen un impacto importante sobre la autoestima y el autoconcepto.

 

¿Cómo es la intervención psicológica en el tratamiento de la impulsividad y la agresividad?

Los profesionales de la psicología podemos facilitar recursos que permitan mejorar la autoestima, la asertividad, las habilidades sociales o el autocontrol emocional, así como el entrenamiento en técnicas de relajación.

La intervención psicológica se realiza a varios niveles:

Cognitivo.

Incidiendo sobre los pensamientos de la persona podremos observar cambios conductuales significativos. Ayudando al paciente a identificar y corregir creencias disfuncionales o pensamientos irracionales, facilitaremos la generación de respuestas alternativas en la resolución de conflictos.

Conductual.

A este nivel se facilitan técnicas con el fin de disminuir la conducta, como por ejemplo la técnica del “tiempo fuera”, retirando a la persona del medio que ha propiciado la conducta no deseada, alejándola así del contexto que refuerza el comportamiento que queremos evitar.

Emocional.

Finalmente, a este nivel se identifican los indicadores emocionales que preceden la aparición de la conducta violenta.  Reconocer dichos indicadores servirá al individuo para anticiparse y evitar la pérdida de control.  Además, no hay que olvidar el trabajo para mejorar la expresión emocional, proporcionando recursos con el objetivo de conocer los propios sentimientos para así poder manejarlos adecuadamente.

 

¿Es necesario combinar la psicoterapia con un tratamiento farmacológico?

Considerando que, con cierta frecuencia, la conducta impulsiva se encuentra asociada al trastorno bipolar, los trastornos psicóticos, el abuso de sustancias, el juego patológico o los trastornos de la conducta alimentaria, es preciso considerar la necesidad de un tratamiento farmacológico y por ello, las intervenciones terapéuticas coordinadas con psiquiatría.

 

Algunos consejos generales para contrarrestar los patrones de conducta impulsivos.

1. Identificar el origen.

Identificar en todo momento el detonante de nuestra impulsividad, anotarlos en un papel, ello nos permitirá evitar cualquier situación crítica o bien trabajar para superar dicho problema.

2. Aprender mecanismos de relajación.

Algunos de los mecanismos de relajación más habituales que podemos aprender son el Mindfulness o técnica de la atención plena, el yoga o la relajación muscular progresiva.

3. Realizar respiraciones profundas.

Aprender a realizar respiraciones profundas y conscientes en momentos determinados es una de las mejores formas de relajarnos y tomar el control de la situación en casi cualquier momento. Inhalar, sostener, exhalar.

La respiración propia del Mindfulness nos ayuda a reducir las pulsaciones y mantenernos suficientemente calmados para reaccionar de manera adaptativa a cualquier situación.

4. Crear pautas de conducta claras y estructuradas.

Estas pautas son un conjunto de acciones que debemos memorizar y poner en práctica en caso de atravesar por un episodio de impulsividad; así sabremos en todo momento qué hacer si esto ocurre y con el tiempo interiorizamos cada una de dichas acciones hasta que se conviertan en una respuesta natural.

5. Poner en práctica hábitos de vida saludables

Unos hábitos de vida saludables puestos en práctica diariamente nos ayudarán a tener una vida más relajada y controlada, con la que podremos evitar con mayor seguridad, cualquier tipo de impulsividad en el día a día. Esto se debe a que cuanto mejor estemos físicamente, menos vulnerables seremos al estrés y a la ansiedad.

Estos hábitos de vida son muy diversos e incluyen dormir un número adecuado de horas para descansar correctamente, levantarnos y acostarnos a la misma hora todos los días, tener una dieta equilibrada y realizar actividad física frecuentemente.

6. Evitar situaciones estresantes innecesarias.

Una vez sepamos qué situaciones nos hacen perder el control y cuáles son los detonantes principales de nuestra impulsividad, debemos evitar diariamente todas aquellas situaciones que nos hagan sentir estrés.

Esto puede lograrse también manteniendo un horario de tareas diarias o semanales organizado que nos permita completar con éxito todas nuestras obligaciones sin prisa, pero sin pausa, y sin ceder o abandonar las metas a muy corto plazo que afectarán las metas a mediano y largo plazo.

7. Tener un diario emocional.

Como se ha indicado, apuntar diariamente las situaciones o detonantes que nos empujan a ser impulsivos puede ser una buena forma de conocernos a nosotros mismos y de empezar a superar nuestro problema.

Esta estrategia es conocida como "diario emocional" y consiste en detallar por escrito los sentimientos negativos y positivos que podemos sentir durante los períodos emocionalmente intensos, para reconocerlos y aprender a comprenderlos y/o superarlos.

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