Todos venimos a vivir nuestras vidas que no por casualidad tienen que ver con lo que nos han dado en "herencia" nuestros ancestros.
La voz crea vínculos desde el vientre materno y los ojos tienen párpados para ser cerrados, pero los oídos no se cierran nunca.
Las historias familiares son distintas, pero hay algunos episodios que se repiten y generan tensión, son aquellos sin reconocimiento, sin aceptación, sin que se asuman la responsabilidad necesarias y que se trasladan de generación en generación.
La narración de la historia familiar permitirá ir desglosando tramas para que las nuevas generaciones no reciban lo de las generaciones anteriores que de por sí ya podría constituir una mochila pesada en algunos o muchos casos.
La familia es como una "olla psicológica" llena de secretos, tabúes, silencios, vergüenzas. Y la enfermedad que muchas veces se evidencia, es una invitación a enfrentar un conflicto familiar que se ha mantenido secreto. Es evidente la relación entre enfermedad y secretos familiares
El cuerpo habla
Por ejemplo, cuando los duelos no se elaboran, hay lágrimas que no se derraman; cuando se instalan los secretos de familia, se forman identificaciones inconscientes y lealtades familiares invisibles que pasean sobre los hijos y los descendientes.
Entonces lo que no se dice con palabras, se manifiesta por dolores, padecimientos, enfermedades. Cuando hay un secreto la persona lo vive como un cuerpo extraño y molesto.
Los secretos hay que tratarlos de la manera más adecuada, respetuosa y en el momento más propicio entre los involucrados.
Ello contribuye al crecimiento de la familia, pero si su número es excesivo (secretos) puede resultar un factor estresante.
La pertinencia de su develación, o sea su claridad, comprensión, indica a los miembros de la familia los límites entre lo que se puede y lo que no, lo cual ayuda a dar seguridad a los hijos y permite a todos los miembros continuar viviendo con menos tensión.
R. C.