El peor pecado que cometemos contra nuestros amigos las animales no es odiarlos, es ser indiferentes con ellos. Esa es la esencia de lo inhumano. George Bernard Shaw
Al establecer un vínculo con un animal ponemos en marcha una serie de sentimientos y emociones e incluso expectativas, están de por medio además valores como la responsabilidad y compromiso hacia él.
El animal se adapta a las personas e incluso se subordina a él cuando encuentra confianza y reciprocidad entre ambos, es decir, en la dimensión del afecto.
Y los beneficios de ésta interacción se aprecian sobre todo porque movilizan los sentimientos más nobles y profundos en tanto se convierten el parte de la familia, conviven cotidianamente con nosotros y están ahí, sin pedir más nada que cariño, respeto y claro, comida para poder vivir.
El animal se adapta a las personas e incluso se subordina a él cuando encuentra confianza y reciprocidad entre ambos, es decir, en la dimensión del afecto.
Y los beneficios de ésta interacción se aprecian sobre todo porque movilizan los sentimientos más nobles y profundos en tanto se convierten el parte de la familia, conviven cotidianamente con nosotros y están ahí, sin pedir más nada que cariño, respeto y claro, comida para poder vivir.
Basado en éstos vínculos, resulta hasta terapéutico la interacción con los animales. Incluso no se necesita de la palabra hablada, simplemente es estar en contacto con el animal, es el lenguaje del cuerpo que hace su trabajo y donde funciona como un bálsamo terapéutico en muchas circunstancias.
Rocxana Croce P.