EL
PERDÓN LIBERA
“El perdón es el perfume
de las violetas en el taco de quien acaba de pisarlas" Mark Twain.
Martina
Casullo, investigadora del Conicet, en 2006, condujo una encuesta realizada a
1715 personas de la Capital y el Gran Buenos Aires, sobre la importancia de
perdonar y las razones para hacerlo.
Se
encontró que gran parte de la población considera que perdonar es importante y
que las mujeres perdonan más que los varones (95%, frente al 88% de los
hombres). Ellas perdonan para, eventualmente, ser perdonadas, y consideran el
perdón como un indicador de inteligencia. Los hombres suelen perdonar para olvidar y seguir
adelante.
En
el contexto de pedir perdón/perdonar siempre hay una víctima y un victimario o
transgresor. Uno se sentirá herido, perjudicado, dañado por otro y es
indiscutible que existen situaciones donde es difícil perdonar, donde las
posibilidades de ese acto están envueltas en tantas emociones, afectos,
recuerdos y sentimientos que transitan por el corazón y en la mente al mismo
tiempo.
Perdonar
un acto de asesinato de un ser querido o a un violador, no se puede comparar,
por ejemplo, con el perdón de alguien que nos haya mentido, robado o engañado.
En
los reiterados escritos de la doctora Casullo se hace alusión a que "quien
perdona se libera de un vínculo de apego negativo con aquella experiencia
traumática". La persona logra neutralizar o darle un significado
positivo a lo que pudo haberlo dañado.
Desde
el punto de vista psicológico, hay tres caminos de manejar el odio, el
resentimiento y la bronca: negarlo, vivir enojados, perdonar.
El perdón es una decisión,
una actitud, un proceso interno que requiere compromiso, reconocimiento y
aceptación de lo que paso.
Podríamos
entenderlo incluso, como oportunidad para crecer y comprender que nadie es
infalible y es el medio para reparar lo que está roto.
No
es saludable que la ira, el rencor dominen nuestros pensamientos; si algo se
puede recomponer, enmendar, e incluso si no hay nada ya que hacer en alguna
circunstancia, el perdón nos humaniza ante los ojos de la otra persona y de
nosotros mismos.
Perdonar
ayuda a aligerar una pesada mochila en el alma.
Nos
permite dejar el pasado (antes) y luego vivir libres (después).
El
perdón no implica necesariamente el olvido.
Ayuda
a conocer más a las personas y conocernos nosotros mismos.
Nos restaura el sueño.
Mejora la salud física y mental.
Es una oportunidad.
Ps. Rocxana Croce P.