lunes, 25 de junio de 2018

EL CAMINO DEL VENCEDOR


Donde ésta tu miedo y tu angustia, están tus alas que te alzan.
Cuando la vida se pone en orden, todo fluye como debe fluir.

Ps. Rocxana Croce P.

A veces la vida  se ve afectada por un evento o un hecho gravitante, el mundo interno gira de repente de manera violenta, sucumbe la estructura interna; la emoción,  la conmoción que ello desencadena remueve las entrañas más profundas, el alma de la persona se ve vulnerada y lo que viene luego es  un desborde, un vendaval de emociones negativas; en tanto el cuerpo como organismo, evidenciará una transformación, sufrirá, e incluso puede llegar a enfermar sino reacciona a tiempo.
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En esos estados de penumbra emocional, donde el impacto de un evento es tan intenso y para lo cual casi nadie esta preparado, pasan por el pensamiento de la persona sufriente ideas nefastas, derrotistas donde puede pensar incluso que nada le librará de ese hoyo oscuro, de ese túnel negro sin fin, y que  terminará absorvido y devastado por tal situación. 

Indudablemente en éstos estados hay dolor, hay sufrimiento, la persona se verá así misma como un ente casi despersonalizado, como alguien irreconocible, como un espectro y la noche se convertirá en ese monstruo que se apodera de toda fortaleza, y que va cubriendo a la persona  con un manto de intensa angustia, la coloca en un estado de indefensión, de sobrecogimiento que casi puede paralizarla y en extremo, destruirla.

Y es que en medio de la oscuridad, de la negrura más negra de una noche de frío y solitario invierno, es que surge una leve y pequeña luz de esperanza, el último gran aliento que puede ser traducido en  un potente mensaje, el inicio de una recuperación, a través por ejemplo de una mano que nos ofrece un saludo, o alguien que nos brinda un simple caramelo aunado a una sonrisa, un gesto amable, un detalle tan oportuno como que te digan: que tenga usted buenas noches, y no esté triste que no vale la pena!

Esté es el dardo a nuestro favor, es una inyección, una dosis de vida, la posibilidad de que el mundo no se termina en un evento penoso, doloroso (a veces incluso injusto) y que es necesario estar atentos (aún en medio de nuestro dolor) y cogerse  fuertemente de esas señales de vida que el universo, Dios o en lo que uno crea,  nos envía.
Ese poder que ahora tomas en tus manos, lo asumes, lo acuñas en tu corazón y lo impregnas en tu mente para así lograr reincorporarte y emprender el camino del vencedor.

Porque la vida es aquí, la vida es ahora. Respira y continúa.

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