En estos tiempos de modernidad, de inmediatez, de muchas relaciones sin compromisos, sin casi tiempo para conocerse bien, se observan vínculos con ciclos poco saludables, incluso se llega a ver como algo “normal” aquello que, si se analiza con cuidado, no es beneficioso.
Una relación tóxica es una relación destructiva,
dañina y disfuncional desde todo punto de vista, que genera daño y malestar.
Quienes ejercen el control en estas
relaciones son por lo general personas egoístas y con escasa o nula empatía;
habitualmente no se evidencian sino hasta desarrollarse la dinámica de la
pareja.
Inicialmente hay un maltrato sutil,
disimulado, con una tendencia a culpar a la otra persona.
En algún momento surge el
desequilibrio, la inestabilidad y se cae en la separación.
Luego se busca la reconciliación para
poder seguir ejerciendo el control sobre la pareja. Pero nuevamente ante otro
problema surgen los desacuerdos, la pelea, vuelve la separación y de nuevo la
reconciliación y así sucesivamente.
Detrás de todo ello hay una especie de
deseo insatisfecho, porque a esta persona controladora e inmadura, nada lo va a
satisfacer, no es capaz de reconocer y aceptar su responsabilidad frente a la
otra persona. No encajará como pareja.
Esta relación posiblemente nace como
muchas relaciones donde hay algún tipo de sentimiento; pero la dificultad se
presenta al paso del tiempo, donde se observan distorsiones a nivel del vínculo
entre las personas. Hay una dificultad en el trato, en las expectativas, en los
pensamientos. En la cabeza de uno de
ellos, quizás esta la idea de que todo deba de ser como lo piensa y si
encuentra diferencias de opinión, discrepancias en su pareja, entonces no las
tolerará.
En el fondo hay una especie de lucha de poder, un tema de control de uno de los miembros sobre el otro (con evidente baja autoestima), donde no se acepta que la pareja sea libre, autónoma, con libertad de pensamiento y decisión.
Las relaciones tóxicas se sostienen del
sentimiento de las personas, a manera de un chantaje emocional, justifican sus conductas,
(que son manipulativas y tóxicas), apelando inadecuadamente al argumento de “yo
amo a mi pareja”.
Se desarrolla así el circulo toxico de
la dependencia afectiva, reforzada en base a la repetición de las conductas disfuncionales, que finalmente producen mucho malestar, dolor y que se pueden incluso perpetuar en el
tiempo sino se actúa sobre ellas.
Si estas en una relación toxica, si te
reconoces dentro de la misma, busca ayuda prontamente porque este círculo conlleva
al otro círculo igualmente o más peligroso, que es el de la violencia, no lo
olvides.