“Los sentimientos y las emociones
son el lenguaje universal que debe ser honrado. Son la expresión auténtica de
quiénes somos.”
Judith Wright.
En terapia me sucede y no en
pocas ocasiones, que terminada la sesión encuentro señales o evidencias que
corroboran los de estados de animo, la conducta reveladora de lo que pasa en el
espíritu de las personas que acuden a la consulta.
Se suele notar en el paciente ese
nudo en la garganta, aquellos ojos vidriosos que enrojecen y las lágrimas que
comienzan a brotar en determinado momento.
Son permitidas estas expresiones,
es el lugar adecuado para ello, para trabajar sobre lo que los aqueja.
Hay casos donde la persona refiere síntomatología
depresiva pero lo disimula, no muestra ni tristeza, menos llanto. Es una forma
de resistencia posiblemente en base a creencias de un aprendizaje cultural y
emocional donde “solo lloran los débiles”, “solo lloran las mujeres”, por poner
algún ejemplo, propio de una cultura machista y represiva.
Desbloquear estas creencias es
parte de nuestro trabajo terapéutico, donde apuntamos a una mejor adaptación de
la persona con beneficios para su psiquis en su día a día. Y al paso de las sesiones, posiblemente las lágrimas
empiecen a fluir de ser necesario.
Sacar afuera, expresar los
sentimientos de dolor de pena, de tristeza, no suele ser sencillo, sobre todo
cuando se ha estado mucho tiempo intentando no mostrar, no pedir ayuda, no evidenciarse.
Pero al darse esa posibilidad, se permite la liberación de emociones negativas, descargando ese estrés que muchas
veces bloquea y no permite vivir con bienestar.
Está de nuestra parte como
profesionales de la conducta humana, ver los hechos tal cual, sin juicios de
por medio y si con toda la compresión, la empatía y el respeto sobre una
situación de quien confía en nosotros. Y
a veces incluso, con solo el acto de escuchar generamos bienestar.
Cuanta satisfacción se siente de
nuestra parte al escuchar al final de una sesión que nos digan algo así como: "¡Que
bueno que vine, me siento mucho mejor, gracias!"
Ps. Rocxana Croce.