Lo más difícil de aprender en la vida es qué puente hay que cruzar y qué puente hay que quemar. Bertrand Russell.
Puente Carlos III, Paucartambo, Cusco - Perú
Un puente es una conexión hacia un lugar que normalmente no se podría acceder porque nos costaría de esfuerzo llegar a ese punto. Pero más allá de lo físico y geográfico, podemos dar una interpretación a otros aspectos de la vida.
En éste caso nos referimos a los puentes que nos conectan con nuestras emociones, por ende con personas y situaciones.
Nuestra vida se compone de una serie de interacciones, de enlaces, de vínculos y necesitamos tomar decisiones en el camino.
Elegimos muchas veces con el corazón y no tanto con la razón, por ello corremos riesgos, depositamos confianza en un vínculo (inversión emocional) y puede ser que terminemos lastimados, defraudados, cuando impera la deslealtad, el irrespeto, la agresión, el engaño, y otras tantas conductas desfavorables que minan y juegan en contra de una relación.
Elegir un rumbo, elegir un puente que cruzar, es muchas veces apostar por la incertidumbre, por lo desconocido, porque hay puentes que no necesariamente unen. Son riesgos que hay que asumir.
Pero se abre una posibilidad ante éste panorama de grises oscuros, y es que con la experiencia ganada y al paso del tiempo (siempre el tiempo es un gran aliado), podemos quemar aquellos puentes que no nos conectan ya en absoluto, que solo nos reportan dolor y una gran decepción.
A cambio, se puede elegir construir un puente hacia la oportunidad y el perdón, hacia el reencuentro con uno mismo que favorezca nuestra vida, que nos reporte sosiego, tranquilidad, y poder nuevamente restablecer la confianza en las personas, en las buenas y bien intencionadas personas y en uno mismo.
Y claro, volver a tener la libertad que nos da la experiencia, porque crecemos incluso con el error.
Ps. Rocxana Croce.
Ps. Rocxana Croce.