Andrea:
“Yo me enteré casi por accidente de que Julián veía
pornografía todos los días. Al principio pensé que era algo normal… no quise hacer
un lio. Pero después empecé a notar que se alejaba de mí. No me buscaba tanto,
y cuando estábamos juntos, era como si no estuviera del todo presente. Yo Sentía
que competía con algo que no podía alcanzar. Y me empecé a preguntar: ¿no soy
suficiente? ¿no le gusto? Me sentí rechazada, sola en la relación.”
Julián:
“Este tema Para mí no era algo contra ella. Sinceramente
no era que no me atrajera mi pareja. era ya algo como automático…y lo hacía
para relajarme, para escapar del estrés de mis actividades, de mis propias
inseguridades. Recibía placer rápido y sin complicaciones. Pero no veía el daño
que estaba causando a mi pareja. Sin embargo, ella noto esto en mí y me lo dijo
con preocupación y lágrimas.
ahí caí en la cuenta de que la estaba afectando a ella y alejándola
de mí. Le pedí que vayamos a terapia, que me ayude a buscar ayuda. Felizmente
fue comprensiva y tuvo paciencia…y en eso estamos.”
Laura:
“No fue fácil. Yo tenía mucha bronca, mucha tristeza. Me
sentía traicionada, aunque no hubiera una infidelidad concreta. Pero fuimos a
terapia de pareja. Y ahí entendí que esto no era algo que él hacía contra mí,
sino algo que él no sabía cómo manejar solo.”
Andrés:
“Trabajamos mucho en la comunicación, en poner límites,
en recuperar el contacto real. Aprendí a hablar de lo que siento en vez de
huir. Y ella… bueno, ella tuvo una paciencia que todavía me conmueve. No se
trata solo de dejar el porno. Se trata de reconstruir la intimidad, con
honestidad y ternura.”
La pornografía como analgésico emocional
Mucha gente no consume pornografía solo por placer. La usa
para calmar la ansiedad, el aburrimiento, la tristeza, la soledad.
Es como un analgésico emocional. Una vía rápida para no
sentir.
En psicología lo llamamos “conductas evitativas”: acciones
que usamos para no conectar con emociones dolorosas.
El problema no es el porno en sí. Es que muchas veces lo
usamos como sustituto de algo que nos falta: conexión, calma interna, afecto,
reconocimiento.
¿Qué pasa a nivel del cerebro?
La pornografía sobreestimula el sistema de recompensa del
cerebro.
Cada clic genera dopamina. El cerebro se acostumbra, pide
más, y lo que antes excitaba ahora ya no basta. Como con cualquier adicción.
Y no es solo física. Es emocional. Porque no solo buscamos
excitación…sino también buscamos consuelo.
Muchos entran en un ciclo:
Estrés – pornografía – alivio momentáneo – culpa – más
estrés – más pornografía.
Es un ciclo cerrado. Y el problema no es el contenido, sino
lo que representa para la persona.
¿Me estoy excitando, o estoy intentando no sentir?
Detrás del consumo excesivo de porno hay muchas veces
heridas emocionales tales como:
- Dificultad
para conectar emocionalmente con otros.
- Miedo
a la intimidad.
- Autoestima
baja.
- Vergüenza
del propio deseo.
El porno se vuelve entonces un lugar seguro… pero también un lugar solitario.
La solución no está en prohibirse. Está en comprender.
En preguntarse:
¿Qué necesito realmente cuando entro a ver porno? ¿Qué estoy
evitando sentir? ¿De qué me estoy escapando?
Cuando dejamos de pelear con el síntoma, podemos empezar a
escuchar lo que hay debajo.
Y ahí, empieza la verdadera libertad.
Causas psicológicas comunes de la adicción a la
pornografía
- Regulación
emocional deficiente
Muchas personas usan la pornografía para manejar emociones difíciles como ansiedad, tristeza, aburrimiento o soledad.
Es una forma de automedicación emocional. - Falta
de conexión afectiva real
la pornografía ofrece una ilusión de intimidad sin riesgo. Cuando hay miedo a la cercanía o experiencias de abandono, puede parecer más seguro recurrir a lo virtual. - Refuerzo
de dopamina y hábitos cerebrales
El consumo frecuente sobreestimula el sistema de recompensa. El cerebro aprende que cada clic es placer rápido, y pide más. - Modelos
aprendidos desde la adolescencia
Muchas personas comenzaron a ver la pornografía desde muy jóvenes, cuando el cerebro todavía estaba desarrollando sus patrones de apego y excitación.
Esto puede crear asociaciones rígidas entre excitación y ciertos tipos de estímulos. - Autoestima
baja o vergüenza del deseo
la pornografía puede ser un refugio cuando hay conflictos con la propia sexualidad, miedo al rechazo o sensación de “no ser suficiente”.
Tratamientos psicológicos más eficaces
- Psicoterapia
individual, en especial el enfoque cognitivo-conductual o
psicodinámico)
- Trabaja
los pensamientos automáticos relacionados con el deseo, la culpa y el
cuerpo.
- Ayuda
a identificar emociones evitadas que se están canalizando en la
pornografía.
- Explora
heridas emocionales que pueden estar en la raíz del problema (abandono,
vergüenza, trauma, etc.).
- Terapia
basada en la regulación emocional
- Enseña
al paciente a identificar y sostener emociones difíciles sin tener que
anestesiarlas.
- Se
enfoca en desarrollar tolerancia al malestar, una habilidad clave.
- Grupos
de apoyo
- Espacios
donde hablar del problema sin ser juzgado.
- Ayudan
a romper el aislamiento y la vergüenza.
- Refuerzan
el sentido de comunidad y responsabilidad compartida.
- Mindfulness
y meditación
- Aumentan
la conciencia del impulso antes de actuar.
- Fortalecen
el “espacio entre estímulo y respuesta”.
- Fomentan
la autocompasión.
- Intervenciones
conductuales
- Establecer
bloqueos o filtros en dispositivos.
- Crear
rutinas saludables que disminuyan el tiempo ocioso y los disparadores.
- Llevar
un diario del impulso: ¿cuándo aparece? ¿qué lo detona?
Reflexión final:
“Cuando hay amor y compromiso, es posible transformar
incluso lo que parece una crisis insalvable. A veces, el primer paso es dejar
de esconderse… y empezar a hablar.”