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martes, 2 de septiembre de 2025

La adicción a la pornografía: una mirada psicológica.

Andrea:

“Yo me enteré casi por accidente de que Julián veía pornografía todos los días. Al principio pensé que era algo normal… no quise hacer un lio. Pero después empecé a notar que se alejaba de mí. No me buscaba tanto, y cuando estábamos juntos, era como si no estuviera del todo presente. Yo Sentía que competía con algo que no podía alcanzar. Y me empecé a preguntar: ¿no soy suficiente? ¿no le gusto? Me sentí rechazada, sola en la relación.”

Julián:

“Este tema Para mí no era algo contra ella. Sinceramente no era que no me atrajera mi pareja. era ya algo como automático…y lo hacía para relajarme, para escapar del estrés de mis actividades, de mis propias inseguridades. Recibía placer rápido y sin complicaciones. Pero no veía el daño que estaba causando a mi pareja. Sin embargo, ella noto esto en mí y me lo dijo con preocupación y lágrimas.  

ahí caí en la cuenta de que la estaba afectando a ella y alejándola de mí. Le pedí que vayamos a terapia, que me ayude a buscar ayuda. Felizmente fue comprensiva y tuvo paciencia…y en eso estamos.”


Laura:

“No fue fácil. Yo tenía mucha bronca, mucha tristeza. Me sentía traicionada, aunque no hubiera una infidelidad concreta. Pero fuimos a terapia de pareja. Y ahí entendí que esto no era algo que él hacía contra mí, sino algo que él no sabía cómo manejar solo.”

Andrés:

“Trabajamos mucho en la comunicación, en poner límites, en recuperar el contacto real. Aprendí a hablar de lo que siento en vez de huir. Y ella… bueno, ella tuvo una paciencia que todavía me conmueve. No se trata solo de dejar el porno. Se trata de reconstruir la intimidad, con honestidad y ternura.”


La pornografía como analgésico emocional

Mucha gente no consume pornografía solo por placer. La usa para calmar la ansiedad, el aburrimiento, la tristeza, la soledad.

Es como un analgésico emocional. Una vía rápida para no sentir.

En psicología lo llamamos “conductas evitativas”: acciones que usamos para no conectar con emociones dolorosas.

El problema no es el porno en sí. Es que muchas veces lo usamos como sustituto de algo que nos falta: conexión, calma interna, afecto, reconocimiento.


¿Qué pasa a nivel del cerebro?

La pornografía sobreestimula el sistema de recompensa del cerebro.

Cada clic genera dopamina. El cerebro se acostumbra, pide más, y lo que antes excitaba ahora ya no basta. Como con cualquier adicción.

Y no es solo física. Es emocional. Porque no solo buscamos excitación…sino también buscamos consuelo.

Muchos entran en un ciclo:

Estrés – pornografía – alivio momentáneo – culpa – más estrés – más pornografía.

Es un ciclo cerrado. Y el problema no es el contenido, sino lo que representa para la persona.

 

¿Me estoy excitando, o estoy intentando no sentir?

Detrás del consumo excesivo de porno hay muchas veces heridas emocionales tales como:

  • Dificultad para conectar emocionalmente con otros.
  • Miedo a la intimidad.
  • Autoestima baja.
  • Vergüenza del propio deseo.
    El porno se vuelve entonces un lugar seguro… pero también un lugar solitario.


La solución no está en prohibirse. Está en comprender.

En preguntarse:

¿Qué necesito realmente cuando entro a ver porno? ¿Qué estoy evitando sentir? ¿De qué me estoy escapando?

Cuando dejamos de pelear con el síntoma, podemos empezar a escuchar lo que hay debajo.

Y ahí, empieza la verdadera libertad.

 

Causas psicológicas comunes de la adicción a la pornografía

  1. Regulación emocional deficiente
    Muchas personas usan la pornografía para manejar emociones difíciles como ansiedad, tristeza, aburrimiento o soledad.
    Es una forma de automedicación emocional.
  2. Falta de conexión afectiva real
    la pornografía ofrece una ilusión de intimidad sin riesgo. Cuando hay miedo a la cercanía o experiencias de abandono, puede parecer más seguro recurrir a lo virtual.
  3. Refuerzo de dopamina y hábitos cerebrales
    El consumo frecuente sobreestimula el sistema de recompensa. El cerebro aprende que cada clic es placer rápido, y pide más.
  4. Modelos aprendidos desde la adolescencia
    Muchas personas comenzaron a ver la pornografía desde muy jóvenes, cuando el cerebro todavía estaba desarrollando sus patrones de apego y excitación.
    Esto puede crear asociaciones rígidas entre excitación y ciertos tipos de estímulos.
  5. Autoestima baja o vergüenza del deseo
    la pornografía puede ser un refugio cuando hay conflictos con la propia sexualidad, miedo al rechazo o sensación de “no ser suficiente”.

 

Tratamientos psicológicos más eficaces

  1. Psicoterapia individual, en especial el enfoque cognitivo-conductual o psicodinámico)

    • Trabaja los pensamientos automáticos relacionados con el deseo, la culpa y el cuerpo.
    • Ayuda a identificar emociones evitadas que se están canalizando en la pornografía.
    • Explora heridas emocionales que pueden estar en la raíz del problema (abandono, vergüenza, trauma, etc.).
  2. Terapia basada en la regulación emocional

    • Enseña al paciente a identificar y sostener emociones difíciles sin tener que anestesiarlas.
    • Se enfoca en desarrollar tolerancia al malestar, una habilidad clave.
  3. Grupos de apoyo

    • Espacios donde hablar del problema sin ser juzgado.
    • Ayudan a romper el aislamiento y la vergüenza.
    • Refuerzan el sentido de comunidad y responsabilidad compartida.
  4. Mindfulness y meditación

    • Aumentan la conciencia del impulso antes de actuar.
    • Fortalecen el “espacio entre estímulo y respuesta”.
    • Fomentan la autocompasión.

 

  1. Intervenciones conductuales

    • Establecer bloqueos o filtros en dispositivos.
    • Crear rutinas saludables que disminuyan el tiempo ocioso y los disparadores.
    • Llevar un diario del impulso: ¿cuándo aparece? ¿qué lo detona?

Reflexión final:

“Cuando hay amor y compromiso, es posible transformar incluso lo que parece una crisis insalvable. A veces, el primer paso es dejar de esconderse… y empezar a hablar.”

 

Reinventarse después del adiós

Por dura que haya sido la experiencia, por costoso que haya resultado el error, siempre es posible volver a empezar. (Jorge Bucay) Una ruptu...