Hoy quiero que te regales este
momento.
Un momento para ti… para
escucharte, para sentir, para mirar hacia adelante sin prisa, sin exigencias y
sin ese peso que a veces nos imponemos cuando llega un nuevo año.
Porque sí, el Año Nuevo tiene
ese brillo especial… también trae
expectativas, metas, pendientes, planes que aún no concretamos.
Este mensaje es una
invitación a impulsarte, pero desde un lugar diferente:
no desde la presión, sino
desde la conexión. No desde la obligación, sino desde tu verdad.
Quiero compartir contigo tres impulsos que pueden marcar la diferencia.
1. El impulso de la claridad
A veces el ruido externo es
tan fuerte que olvidamos preguntarnos:
“¿Qué quiero yo realmente para
este año?”
No lo que se espera de mí, no
lo que todos publican, no lo que “toca” hacer a cierta edad.
Sino lo que tu corazón lleva
tiempo intentando decirte.
La claridad no llega de golpe.
Llega cuando te das permiso
para sentir, para expresar lo que deseas y también lo que ya no quieres cargar.
Claridad es honestidad. Y
desde ahí, todo cambia
2. El impulso de la acción
pequeña
No necesitas un gran plan para
empezar.
Lo que transforma el año no es
una lista enorme de deseos o propósitos, sino un paso sencillo hecho con
intención.
Ese hábito que parece pequeño,
pero que sostiene todo el proceso.
Ese movimiento que no hace
ruido, pero que te mueve, que te saca de tu zona de confort posiblemente.
La acción pequeña es
compasiva, realista y poderosa.
Te recuerda que avanzar no es
correr… es mantener el ritmo.
3. El impulso interno
Ese impulso que nace cuando
recuerdas tu historia.
Lo que has vivido. Lo que has
superado.
Las veces que pensaste que no
podías y aun así seguiste adelante, aún con miedo o incertidumbre.
Ese impulso es tu poderosa fuerza
interna.
Esa parte de ti que quizás se
ha cansado, pero no se ha rendido.
La que te susurras en tu auto
diálogo:
“Puedes empezar de nuevo…
incluso en medio del miedo, de la incertidumbre, incluso con dudas.”
Y por eso hoy quiero decirte
algo importante:
No estás empezando desde cero.
Quizás este sea el año en el que aprendes a poner límites, o a ser menos
inflexible, o a cuidarte un poco más, o a soltar lo que ya quedó atrás.
Tal vez sea el año en el que
descubres algo de ti que no habías querido ver.
Estás empezando desde tu
experiencia, desde tu crecimiento, desde tu aprendizaje, desde todas las veces
en que la vida te pidió coraje… y tú respondiste.
Recuerda: Este Año Nuevo no
tiene que ser perfecto. Tiene que ser auténtico. Tiene que sentirse tuyo.
Impulsar tu año no es
presionarte a cambiarlo todo, es reconocerte, escucharte y dar pasos que honren
quién eres y quién quieres ser.
Así que respira profundo… Agradece
por llegar hasta aquí.
Y permítete confiar que este
año puede sentirse distinto, porque tú estás decidiendo vivirlo distinto.
Impulsa tu Año Nuevo… avanza a
tu ritmo, con calma, con intención y, sobre todo, con amor hacia ti.
Ps. Rocxana Croce P.