Ps. Rocxana Croce P.
¿Alguna vez has sentido que tu mente no para? Como si
dieras vueltas y vueltas a lo mismo, sin encontrar salida.
Son los pensamientos repetitivos que nos atrapan, nos
desgastan y no nos dejan descansar.
La preocupación constante y los pensamientos
negativos se convierten, a veces, en un patrón de pensamiento que se
caracteriza principalmente por no parar de darle vueltas a una misma idea
sin parar.
Es una forma de pensamiento que se caracteriza por ser
circular y no productivo. se enfoca en analizar y revisar constantemente los
mismos pensamientos y preocupaciones.
un bucle menta son esos pensamientos repetitivos que giran
sin descanso, que pueden ser preocupaciones del futuro (“¿qué pasará si…?”),
revisiones del pasado (“debí haber hecho…”), o autocríticas (“no soy
suficiente”).
Este bucle genera ansiedad, insomnio, cansancio emocional y
hasta síntomas físicos.
¿Por qué nos quedamos atrapados en los bucles mentales?
Existen varias razones:
Sucede que el cerebro se coloca en modo supervivencia: la
mente intenta anticipar y controlar para protegernos, pero termina exagerando.
Hay un sesgo de negatividad: el cerebro recuerda más lo
malo que lo bueno, por eso se queda pegado a preocupaciones.
Hay una necesidad de control y no todo podemos controlarlo
y como no toleramos la incertidumbre que nos asusta, damos vueltas y vueltas
buscando una respuesta que nunca llega.
Muchas veces, creemos que pensar más nos ayudará a resolver, cuando en realidad nos crea más ansiedad.
Consecuencias de vivir en bucle
· Vivir
en el bucle nos roba energía.
· Genera
estados de ansiedad y estrés acumulado, un desgaste emocional.
· Impide
descansar y dormir bien.
· Bloquea la mente para tomar decisiones.
· Aleja
del presente y del disfrute en el aquí y ahora.
Es fácil confundir la rumiación con la reflexión o la
planificación, pero hay señales claras para diferenciarla. Los pensamientos
rumiantes tienen algunas características específicas:
- 1- Son
repetitivos: La misma idea vuelve una y otra vez, aunque no quieras.
- 2- Son
intrusivos: Aparecen sin que los llames y pueden interrumpir lo que estás
haciendo.
- 3- Se
centran en lo negativo: Suelen girar en torno a errores, preocupaciones o
temores, muchas veces exagerados.
- 4- No
conducen a una solución: A diferencia del pensamiento reflexivo, no generan
acciones concretas ni nuevas alternativas.
- 5- El malestar: En lugar de aportar claridad o
alivio, aumentan la ansiedad y el estrés.
Estrategias prácticas para salir del bucle
- ü Nombrar
lo que pasa. Decir: ‘estoy rumiando, estoy sobre pensando’, ayuda a reconocer lo
que nos pasa en ese momento y permite cortar la inercia o esa resistencia al
cambio.
- ü Respirar de forma consciente. Cerrando los ojos, inhala profundo contando mentalmente hasta 4, luego sostén 4 segundos y exhala contando 6. Hazlo varias veces, en cualquier momento del día como una profilaxis mental y tu mente se calma.
- ü Traer
la atención al presente o anclar en el presente. Observa a tu alrededor: luego nombra
5 cosas que ves, 4 que escuchas, 3 que tocas, 2 que hueles y 1 que saboreas.
- ü Escribir
lo que piensas. La escritura es terapéutica, permítete pasar los pensamientos a
un papel, es como vaciar la mente para externalizar las cargas mentales y
obtener una mayor autoconciencia, claridad y control emocional aliviando la
tensión.
- ü Mover
el cuerpo. Caminar, estirarte, hacer ejercicios, bailar: todo eso ayuda a
desbloquear la mente.
- ü Reestructurar
o cuestionar tus pensamientos. Es una técnica terapéutica para
identificar y modificar patrones de pensamiento negativos o irracionales,
reemplazándolos por otros más realistas y saludables. Preguntarte: ‘¿esto que
pienso es un hecho o solo es mi interpretación?’ abre espacio con flexibilidad
a otra mirada.
Reflexión
Hay que recordar que la calma no significa “no pensar”,
sino tener el control de qué pensamientos atender y cuáles dejar pasar.
La mente puede ser tu cárcel o tu refugio. Depende de cómo
la entrenes.
Recuerda: salir del bucle mental es posible, y la calma
siempre está al alcance.
