Cuando
te encuentras en una situación incómoda, en la que te cuesta, o no puedes decir NO ¿Cuál es la preocupación que ocupa tu
pensamiento, qué es lo que pasa por tu cabeza? Quizás ¿qué va a pensar la otra
persona, ¿cómo va a reaccionar, o qué va a decirme…? ¿O realmente es lo que
quieres y opinas tú?
Decir
NO puede parecer fácil, sin embargo, es una de las dificultades que más
encontramos como motivo de consulta, siendo el origen de algunos problemas, porque al no saber negarse a los pedidos o deseos de
otros, las personas terminan haciendo cosas que no desean, postergando sus
necesidades en función de las ajenas.
Aprender
a decir no, está muy relacionado con la asertividad, que consiste en el
derecho a decir no, a expresar nuestra
propia opinión, a cambiar de idea, a no dar explicaciones si no lo
deseamos.
La
clave es hacerlo de un modo directo, respetuoso, amable, sereno, claro, sin
rodeos…, pero siempre, defendiendo nuestros derechos.
Cuando
somos asertivos entendemos que los derechos de los demás están a la misma
altura que los nuestros
Para
ello, es importante entrenarnos y desarrollar esta necesaria habilidad, estando
los psicólogos y psicólogas, para darte
ese soporte, guía y esa ayuda. Por ejemplo:
·
Al Decir que no: “No me apetece ir
al cine hoy”, “Lo siento, pero no me gusta dejar el auto a otras
personas”.
·
Al Expresar sentimientos negativos: “Me
duele cuando te comportas así”, “Me siento decepcionada”.
·
Al Admitir críticas: “Háblame más de
eso que dije y te ha molestado”.
·
Al Pedir un cambio comportamental: “Me
gustaría que cuando te diga mis sentimientos me miraras a los ojos, para sentir
que estás escuchándome”.
·
Al Expresar opiniones diferentes: “Es
que yo no creo que exista una verdad absoluta”.
Pero
¿por qué nos cuesta decir NO?
-
La primera causa por la que nos puede costar decir no es por miedo
al rechazo. Quizás por el temor a que los demás piensen
algo malo de nosotros.
Por
ejemplo, podemos pensar que nos
mostramos insensibles o egoístas si decimos que no ante una petición de los
demás.
-
Otro motivo sería por los estilos de conducta que hemos ido aprendiendo y
que nos llevan en algunos casos a pensar que, rechazar deseos o decir no, puede
expresar falta de consideración, mala educación o incluso crueldad.
-
Otra causa sería el no saber cómo hacerlo. Porque No sólo es cuestión de
decir no, sino de expresarlo con naturalidad, con empatía sin generar
enfrentamiento o agresividad. Muchas veces no decimos no, sencillamente, porque
no tenemos las habilidades suficientes.
-
También las malas experiencias en el pasado constituyen otro motivo. Nos cuesta más decir no porque hemos
tenido experiencias negativas, y esto ha creado un hábito de una respuesta evitativa.
-
Y en general, el motivo fundamental sería evitar emociones
displacenteras que surgen cuando estoy diciendo
que no. Cuando pongo un límite me siento
preocupado, nervioso, angustiado… y simplemente, a veces queremos “escapar” de
esas sensaciones y decidimos que es más fácil evitar decir no.
Existen
ciertas señales o indicios, que nos pueden indicar que tenemos ciertas dificultades para decir
no.
1- Cuando tenemos la tendencia a justificarnos en
exceso. Cuando nos decimos: “En realidad me da igual”. “Tampoco es tan
importante”. Nos acostumbramos a soportar el malestar como un “mal menor”.
2- Otra señal sería sentirnos enfadados o
decepcionados por no habernos expresado como realmente queríamos. O, a pesar de
haber dicho que no, sentirnos culpables.
¿Veamos
qué efectos o consecuencias tiene no decir no?
No
decir no, es una acción que no es neutra, es decir, tiene consecuencias, nos
afecta.
Debemos
entender que decir no es un acto legítimo, que hace que expresemos nuestra
autonomía e independencia, nuestra capacidad para tomar decisiones, para
reafirmarnos y expresar nuestras propias convicciones.
El
no hacerlo y convertirlo, a fuerza de repetición, en nuestro estilo de
conducta, evitativo, tiene como principal consecuencia, prácticamente, perder
la percepción de control sobre nuestra vida. No ser nosotros mismos. Sentirnos como indefensos…y que son los demás los que manejan nuestra vida
nuestras decisiones, nuestras opiniones y nuestras respuestas.
Muchas
personas que vienen a consulta por dificultades emocionales como falta de autoestima, miedos, preocupaciones, fracaso, enfado y que
también muestran problemas físicos como dolores de cabeza,
de estómago, ansiedad, somatizaciones…, al analizar estas causas, observamos
que con mucha frecuencia el no saber decir no puede ser una de las dificultades
relevantes en estas problemáticas.
Detectarlo
permite dar con una solución eficaz, aprendiendo y entrenando esta habilidad,
nos permite poder controlar la propia vida.
Y esta percepción de control es muy gratificante cuando se adquiere.
Además,
se desarrolla la autoconfianza,
seguridad, en suma: la autoestima.
También
las personas que se entrenan en esta
habilidad, lo que observan es que sienten respeto e incluso admiración a sí
mismos por el hecho de ser asertivos en determinados momentos o situaciones
sociales, porque si solo deseamos agradar a los demás, dejamos de ser nosotros
mismos y de vivir nuestra propia vida.
– Si aprendemos a decir «no», no significa que los
demás nos van a dejar de querer. Porque Si una persona realmente nos
quiere, comprenderá que nuestras decisiones y deseos también son importantes.
¿Qué
claves o estrategias pueden ayudarnos en esta dificultad para decir no?
En
primer lugar, hay que ser
conscientes de que es una habilidad que se entrena, es una
destreza que se adquiere, se aprende, no es algo innato, con lo que nacemos.
A
veces la idea de pensar que soy así y no puedo cambiar, es una idea que nos
bloquea y nos impide ser asertivos o decir no. Esta es una idea que hay que
desterrar, porque no es cierta.
En
segundo lugar, no se trata
sólo del hecho de decir no, sino de hacerlo del modo adecuado. cómo
lo digo. Por supuesto, sin generar, incomodidad o malestar o violencia
en los demás y es clave saber regularnos emocionalmente, gestionar toda la parte emocional que está
interviniendo en este proceso de asertividad.
Y
además Porque hay emociones que brotan cuando quiero ser asertivo o poner un
límite al decir un NO. Surgen emociones como la culpa, el miedo, etc., y el cómo regulemos estas emociones va
a determinar cómo va ser nuestra respuesta asertiva.
¿Cuál
sería la mejor forma de decir no?
Es
importante expresarnos con empatía, sin manipulación, pero con claridad y sin
agresividad. Y esto requiere de técnica, y hay que entrenarla.
Por ultimo, señalar que Saber decir NO a tiempo es importante. Porque nos permite ser los dueños de nuestra vida, poner límites y no ceder a manipulaciones ni chantajes.
Ps. Rocxana Croce.