domingo, 12 de abril de 2020

El reto de aprender en una escuela sin espacio físico


La educación genera confianza. La confianza genera esperanza. La esperanza genera paz.  Confucio.

Momento de pandemia, momento de buscar soluciones, momento de ser creativos, momento de adaptarnos a las circunstancias, momento de ser resilientes, momento de continuar la educación, momento de unirse más las familias.

Maestros a un lado de la orilla poniendo en acción todas sus capacidades en conjunto para desarrollar sus planes y programas, adaptándolos y ajustándolos a los tiempos; ayudados por las multiplataformas al servicio de la educación (internet, radio, televisión), espacios virtuales para una educación en línea que sostenga el material de aprendizaje.

Al otro lado de la orilla están los estudiantes, los receptores de la información y además catalizadores de la misma para luego integrarla en sus propios procesos mentales y emocionales y lograr que los conocimientos se interioricen y se consoliden. 

Al medio los padres, importantes aliados en el acompañamiento y supervisión de sus hijos en el logro de los objetivos de aprendizaje.  Padres que ya no serán solamente aquellos que provean de los materiales, los que compren los útiles, uniformes, paguen las matrículas; serán además agentes activos, mediadores protagónicos entre los profesores y sus hijos; la oportunidad para fortalecer la dinámica de relación familiar. Su rol será más significativo que antes.

Todo esfuerzo no es en vano porque lo que menos debemos permitirnos como sociedad es detenernos en el tiempo, quedarnos inmovilizados y perder la posibilidad de continuar la ruta del aprendizaje, aún en medio de una crisis tan grave como es la producida por el Coronavirus.

Este esfuerzo además deja ver con más notoriedad las diferencias, las desigualdades que existen entre los hogares; aquellas desde los que tienen espacio físico, los recursos tecnológicos, la ayuda familiar, contrastante de aquellos que carecen de las mínimas condiciones para el estudio, donde no hay luz ni agua, donde las familias viven en espacios reducidos y precarios, donde no tienen acceso a las computadoras u otro recurso tecnológico para poder ir al ritmo de la modernidad.

Son brechas que se hacen observables y que merecerán sean abordadas a futuro por las entidades correspondientes.

¿Cómo quedaremos luego esta crisis en forma de una pesadilla, de este virus con poder de ser invisible y atacar sin distingos?

Como sabemos “toda crisis trae una oportunidad”.

Este será un aprendizaje en todo sentido:

  •     Aprenderemos nuevas formas de enseñar y nuevas formas de aprender.
  •     Aprenderemos la importancia de los maestros y las escuelas.
  •     Aprenderemos que las familias tienen un capital de fortaleza que sale a relucir en situaciones adversas.


Si bien ahora están cerradas las aulas físicas, hay una puerta abierta a partir de la cual se sigue construyendo la educación.

¡Juntos todo es posible!

Ps. Rocxana Croce P.

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