La empatía es una importante
capacidad de ponerse en el lugar del otro, de entenderlo y tratar de comprender
qué pasa por su mente, cómo y por qué se siente así; pero no desde nuestra
perspectiva sino intentando pensar cómo piensa la persona, con sus creencias,
sus valores.
La falta de capacidad para reconocer los
sentimientos de los demás conduce a la ineptitud y la torpeza en las relaciones
humanas.
Para desarrollar estas potencialidades es preciso ejercitar la capacidad de observación y de escucha, para saber cómo se siente la otra persona: ¿Cuida en exceso su imagen o va descuidada?, ¿Baja el tono de voz cuando menciona determinados temas?, ¿Suele sonreír o frunce el ceño? Con una mirada atenta podemos intuir si se siente bien, regular o mal.
El
desarrollo de la empatía nos permite establecer relaciones más sanas y
auténticas e incluso evitar o prevenir conflictos. Es clave en las relaciones
interpersonales exitosas, es la capacidad de “leer emocionalmente” al otro.
Vemos algunas personas intelectualmente más brillantes que llegan a fracasar en su relación con los demás y resultar incluso insensibles, arrogantes y hasta odiosas, por un deficiente desarrollo de la capacidad de la empatía.
En profesiones como el trabajo social, la enfermería,
la medicina o la enseñanza, se requiere mucha empatía porque el ejercicio
continuado de la misma suele provocar cansancio o desgaste emocional, llegando
a cuadros como el Síndrome del Quemado o Burn Out.