viernes, 19 de abril de 2024

El trastorno obsesivo compulsivo o TOC

 

 “Decirle a alguien con TOC que deje de obsesionarse por algo, es como decirle a alguien que está teniendo una crisis de asma que respire normal.”  Tamara Ireland Stone.

El trastorno obsesivo compulsivo T.O.C, es un trastorno en el cual las personas tienen pensamientos, sentimientos, ideas, sensaciones (obsesiones) o comportamientos repetitivos e indeseables que los impulsan a hacer algo (compulsiones).

El trastorno obsesivo compulsivo a menudo se centra en ciertos temas, por ejemplo, un miedo excesivo a contaminarse con gérmenes. Para aliviar los temores de contaminación, la persona puede lavarse compulsivamente las manos hasta que estén irritadas y agrietadas.

Con frecuencia la persona se comporta de cierta manera para librarse de los pensamientos obsesivos, pero esto sólo brinda alivio temporal. El hecho de no llevar a cabo los rituales obsesivos puede causar una enorme ansiedad y sufrimiento.

Se desconoce la causa del trastorno obsesivo-compulsivo.

Las principales teorías son:

Biológica. El TOC puede resultar del cambio en la química natural del cuerpo o en las funciones cerebrales.

Genética. El TOC puede tener un componente genético, pero aún no se han identificado genes específicos. (antecedentes familiares)

Aprendizaje. Los miedos obsesivos y los comportamientos compulsivos se pueden aprender al observar a los familiares o de forma gradual a lo largo del tiempo.

El TOC suele comenzar en la adolescencia o en la edad adulta joven, pero puede comenzar en la infancia. Los síntomas suelen comenzar progresivamente y tienden a variar en su gravedad a lo largo de la vida.

Los tipos de obsesiones y compulsiones que se experimentan también pueden cambiar con el tiempo.

Los síntomas suelen empeorar cuando se experimenta un mayor estrés.

Una persona puede tener solo una o muchas de estas obsesiones, que pueden variar durante el curso del trastorno.

Si no se recibe el tratamiento adecuado, el trastorno se vuelve crónico y los síntomas van oscilando.

En algunos casos las personas pueden superar el trastorno, pero en otros se puede seguir un curso en el que cada vez se produzca un mayor deterioro de la vida de la persona que lo sufre.

El grado de incapacidad que produce el trastorno obsesivo compulsivo, va de mínimo a grave. En algunos casos los síntomas son muy graves y puede ser necesaria la hospitalización.  e imposible tener o mantener un empleo.

Los costes emocionales y económicos del TOC para la persona, su familia y la sociedad son significativos.

Por otra parte, cabe señalar también que muchas personas, profesionales en general tienen éxito a pesar de tener un TOC.

 

El TOC muestra dos tipos de síntomas resaltantes:

 - Las obsesiones que constituyen los pensamientos, imágenes mentales o impulsos experimentados de manera involuntaria e intrusiva por parte del paciente, y que le generan mucho malestar.

- Las compulsiones que vienen a ser las conductas motoras orientados a disminuir el malestar derivado de las obsesiones.

Por tanto, existe una relación funcional entre obsesiones y compulsiones, pues las primeras producen el malestar emocional, mientras que las segundas lo neutralizan.

Por definición observamos que las obsesiones siempre tienen un carácter mental o cognitivo, en tanto que las compulsiones pueden ser tanto cognitivas como conductuales.

Cabe agregar otra situación que puede presentarse, se trata de las evitaciones:  se evita por temor a que aparezcan las obsesiones. Por ejemplo: Evito beber fuera de casa para no tener que ir a un baño público, ya que temo contaminarme.

Hay una diferencia entre ser un perfeccionista (por ejemplo, alguien que busca resultados perfectos o un rendimiento impecable) y tener un trastorno obsesivo compulsivo. Los pensamientos de una persona con TOC no son simplemente preocupaciones excesivas por problemas reales en sus vidas o el placer de tener las cosas limpias u ordenadas de una manera específica.

Se trata entonces de no luchar contra ellas, de dejarlas ahí en la mente y seguir haciendo su vida normal, haciendo otras tareas, hablando con los demás, hablándote a ti para contrarrestar tu tendencia a preocuparte.

En el proceso psicoterapéutico, la persona tiene que darse cuenta de que es mucho más que sus pensamientos y de que sus pensamientos vienen y van, como una nube, sin necesidad de que haga nada para ahuyentarlos.

Uno puede decirse a sí mismo que no importa que se piense cosas ilógicas, no importa que piense que puedan ocurrir cosas negativas, porque uno sabes que no van a ocurrir realmente, y que, si dejamos de preocuparnos, de tener miedo de nuestros pensamientos absurdos, estos irán debilitándose, poco a poco, hasta desaparecer.

Otro punto para tener en cuenta es que las creencias catastróficas acerca de los propios pensamientos absurdos están totalmente unidas a sus rituales, ya que estos se basan en la idea irracional de que si no los llevas a cabo puede ocurrir algo malo.

Se trata de centrarse en cambiar los pensamientos negativos y los comportamientos absurdos, que van ligados a esos pensamientos negativos (los rituales o manías).

En lo que se refiere a los rituales, compulsiones o manías, el objetivo final será eliminarlos.

Pero como eso resulta difícil, por ello se proponen unos pasos intermedios que permitan a empezar a ejercer control sobre ellos e ir avanzando hasta que se puedan llegar a eliminarlos.


Para esto se recomiendan cuatro formas de abordarlos:

-La primera es posponer, es decir, aplazar un tiempo el ritual.

-La segunda es llevar a cabo el ritual, pero de forma más lenta a como lo hacías.

-La tercera es cambiar algún aspecto del ritual, es decir llevarlo a cabo introduciendo algunos cambios.

-La cuarta es añadir una consecuencia al ritual, por ej. dar una caminata de media hora después de hacer el ritual o hacer diez flexiones al acabar el ritual cada vez que lo lleves a cabo.

El último punto también es interesante porque implica hacer ejercicio y este ayuda a reducir la ansiedad.


Los tratamientos para el Trastorno obsesivo compulsivo son:

Psicoeducación: que debe incluir información para la familia.

Psicoterapia: personas comprometidas con los tratamientos se benefician de técnicas de terapia que se les enseñan para disminuir la ansiedad que surge de las obsesiones y a reducir o eliminar los rituales compulsivos.

La terapia conductual: es un conjunto de técnicas estructuradas que la persona aprende a utilizar cuando surgen la ansiedad o malestar debido a las obsesiones o los rituales.

En terapia además se utilizan registros con el paciente. Registros en los que aprendamos aspectos tales como; qué activan los pensamientos, sobre que tratan, en qué situación está el paciente cuando aparecen los pensamientos, que conductas los reducen y cuáles los aumentan.

Psicofarmacología: Los fármacos con potentes efectos sobre la serotonina, parecen tener muy buenos resultados.

Sin duda, el tratamiento más efectivo es la combinación de la terapia conductual, la medicación y contar con el apoyo familiar.

Si una persona sospecha que padece de TOC, es fundamental buscar ayuda profesional

Ps. Rocxana Croce P.

domingo, 31 de marzo de 2024

Identificando las Red flags o banderas rojas


 Se habla mucho de los aspectos positivos del amor. Nosotros, como sociedad, minimizamos el peligro, la ansiedad y la decepción. Romantizamos el romance.

Helen Fisher


Las red flags son señales de alerta que normalmente se relacionan con el peligro, advierten un escenario peligroso para evidenciar actitudes y comportamientos que podrían llegar a tener las personas como señales de prevención. 

Pueden indicar que algo no anda bien con una persona, por ejemplo, si vives una relación difícil, complicada y quieres visibilizarlo, es momento de usar la red flag.

Existe el opuesto de este término, las green flags o banderas verdes  que son más bien comportamientos o señales positivas.

En las relaciones sentimentales, las red flags muestran que la persona probablemente no se encuentra en una relación afectiva sana y seguir adelante sería peligroso. En algunas ocasiones esas banderas pueden ser menos extremas que otras, pero siempre se debe tener en cuenta las señales de alerta. 

Por otro lado, también una red flag puede evidenciar comportamientos machistas, racistas, homofóbicos.

 

¿En qué situaciones puedes identificar una red flag?

De alguna manera si quieres visibilizar algunas advertencias de que no estás en una relación sana, puedes identificarlas si tienen alguna forma de abuso verbal, emocional, psicológico y físico.

Si comienza a tener celos y desconfianzas, si tus amigos comienzan a decir que no les agrada tu pareja, es porque ciertamente vieron algo que tú no has notado.

Todos los escenarios son diferentes y siempre hay espacio para cambiar, pero una red flag indica un problema que la otra persona debe abordar para tener una relación saludable contigo, con ella o él mismo y con los demás.

Y ¿cuándo aparece en una relación?

Es posible que no aparezca esa 'red flag' cuando se está comenzando una relación, y si suceda cuando está ya está un poco más consolidada la relación. Pero no hay que asustarse. Lo importante, sobre todo es detectar la red flag, no dejarlo pasar, abordarlo asertivamente y cuidando la comunicación.

Otra de esas diferencias que pueden aparecer en una pareja e ir mostrando banderas rojas, son las que tiene que ver con el proyecto de vida. Si una de las partes quiere ir a vivir juntos, casarse y tener hijos y la otra no, y ambas tienen muy clara su posición, es probable que la relación no pueda mantenerse.

Cuando las cosas no son tan extremas hay que comunicarse. Es esencial dentro de una pareja o vínculo afectivo, conocerse un poco más, adaptarse mutuamente y negociar dentro de la relación.

Diez situaciones que representan señales de alerta o red flags más comunes:

1.  Comportamientos agresivos y de abuso

La conducta agresiva no solo se refleja a través de los golpes o agresiones físicas, sino en los comentarios, frases o actitudes que tienen los familiares o las personas con las que nos vinculamos. Incluso estas conductas pueden llegar a normalizarse debido a que la persona se acostumbra a que se les trate mal porque muchas veces piensa que si se les pega es por su bien, porque aquello a su vez, es probable que se lo enseñaron sus padres para justificar sus maltratos físicos y poco control emocional.

2.  Control excesivo y celos

Otra señal son los celos, el control y la desconfianza sobre alguien que puede desembocar en un problema en la relación, ya que la parte afectada puede sentirse muy vigilada en algunos aspectos.

Una pareja que ejerce control sobre otra, probablemente tiene problemas personales profundos en los que debe trabajar. Si la pareja trata de controlar a quién ve, con quién habla, a dónde va, en qué y cómo gastas tu dinero, qué hace en línea, qué ropa usa, qué escucha o incluso qué come.

En un inició pueden hacerlo de forma sutil, pero es importante estar atento a si hace comentarios negativos sobre los aspectos descritos, debido a que puede ser una señal de alguien que busca controlar, un rasgo que se hará más intenso con el tiempo.

A veces, incluso quién controla puede hacer que lo elijas sobre otras personas importantes en tu vida (familiares o amigos) como una expresión de «amor».

Hay frases de desconfianza que advierten posibles red flags como, por ejemplo:

“Solo quiero cuidarte, hay muchos peligros en la calle”

“amor, tienes que contármelo todo, para protegerte y ayudarte”

“El No me controla, él se preocupa por mí”

Es importante tener en cuenta dónde se encuentra el límite en una relación.

3.  Autoestima sobrevalorada

Uno de los mayores pilares para tener una buena relación es disculparse, perdonar y comprometerse el uno con el otro.

Si una de las partes de la pareja no es capaz de reconocer sus errores o disculparse, puede ser que nos encontremos ante una señal de alerta.

Estas señales se pueden manifestar mediante frases como “Yo nunca me equivoco” o “Siempre tengo la razón”.

Una persona con autoestima sobrevalorada busca tapar sus errores haciéndo sentir culpable a su pareja.  Si no asume sus responsabilidades y errores, seguramente no esté preparado para tener una relación, aún se encuentra en una etapa de inmadurez que le impide dar y recibir amor de una forma plena.

4.  Impulsividad

La falta de control emocional es una señal evidente de alerta, si la persona reacciona de una forma desmedida, no se debe pasarlo por alto.

Observa la ira en tu pareja. Si la persona se enfada con facilidad, si tiene frecuentes arrebatos explosivos o cambia de emociones rápidamente, es decir, pasa de la felicidad a la rabia, ello muestra una falta de capacidad para regular sus emociones de una manera saludable y es desagradable e incluso preocupante, estar cerca de alguien así.

5.  Consumo de sustancias, drogas o alcohol

El consumo de sustancias como drogas nunca lleva a nada sano ni bueno, ello sin duda le impide a la persona formar lazos de compromiso y responsabilidad.  Quien ingerir ese tipo de sustancias no solo le daña a sí mismo, sino también a su entorno más próximo, por ello es mejor alejarse o hacer que busque ayuda.

6.  El ‘ghosting’ y el gaslighting.

El Ghosting es cuando una persona desaparece de la noche a la mañana. Cuando deja de contestar a tus mensajes, deja de comunicarse contigo de la nada y en muchos casos intenta volver a contactarse contigo luego de un periodo de tiempo.

El gaslighting, es una forma de manipulación y abuso psicológico en la cual una persona intenta que la otra cuestione su propia percepción, cordura o memoria.   Y esto no es exclusivo de las parejas, puede presentarse también en otro tipo de vínculos como familiares, sociales.

7.  Antecedentes de infidelidad

Las relaciones en sí misma, requieren de confianza para tener éxito. De este modo, si tu pareja tiene antecedentes de infidelidad, es importante que sepas el por qué sucedió y lo tengas en cuenta antes de ir a más en la relación. Incluso si tu pareja ha demostrado un cambio, debes preguntarte si te sientes cómodo/a dentro de una relación sabiendo que alguien ya ha sido infiel.

8.  Problemas de salud mental no tratados

 Las personas que tienen un problema de salud mental y no los abordan siendo conscientes de ello, también son una red flag para tener en cuenta. Esto no implica que las personas con un trastorno psicológico no puedan tener relaciones saludables, sino que cuando estas condiciones no se tratan pueden comportar muchos problemas dentro del vínculo.

9.  Complejo de superioridad

Cuando una persona te hace sentir constantemente menos que él o ella, esto te acabará afectando a la larga. Por lo tanto, se trata de una red flag que debemos tener en cuenta, ya que puede acabar generando un problema de autoestima.

10. No tener los mismos objetivos dentro de la relación

 Cuando las metas dentro de una relación no son las mismas, esto podría ser una red flag. Aunque esto no se trata de una señal de alerta en el sentido de que no es un problema personal en el que se debería trabajar, la realidad es que no tener el mismo compromiso en una relación puede acabar afectando la salud mental de ambas partes.

Estas son algunas de la red flags que deberíamos tener en cuenta dentro de una relación. Aun así, es importante considerar que muchas de estas señales se pueden solucionar con un trabajo interior y en la relación.

Si detectas estas banderas rojas, es recomendable acudir a un psicólogo.

 Por último, es importante tener en cuenta que:

Todos estamos pasando por procesos de aprendizaje interno, juzgar o criticar no te hace superior a los demás, tu intuición y tu consciencia son poderosas guías ante una relación desfavorable.


Tambien puedes escuchar este tema en Spotify:

https://open.spotify.com/episode/0rcQ5j7aPL2AXY8ACywXlP?si=zyMWBXG5SrC0mzQul2jn1w

Ps. Rocxana Croce P.

miércoles, 28 de febrero de 2024

Duelo, un proceso emocional y personal

Sobrellevar la pérdida de un ser querido puede ser uno de los mayores retos a los que el ser humano se enfrenta. La forma cómo cada persona lo asume y acepta es única.

Ps. Rocxana Croce P.

Los procesos de duelo son los cambios psicológicos que se dan delante de una pérdida.

Es un proceso individual y personal, en el que cada uno lo transita en tiempos y formas diferentes.

Este proceso es algo completamente emocional y el cómo elaborarlo está en nosotros asumirlo, teniendo presente que no acaba, porque la pérdida es para siempre, uno va a seguir recordando y amando al ser querido toda la vida, lo que no es para toda la vida son el dolor, el sufrimiento y las emociones, alrededor de ello. Pero esto dependerá de cada uno, de cómo lo vive y va procesando su duelo a lo largo del tiempo.

El duelo aparece delante de una situación de pérdida, por ejemplo: frente a separaciones, la inmigración, una enfermedad, las propias etapas de la vida o la inexorable muerte de un ser querido.


 ¿Y cómo se puede elaborar un duelo?

La elaboración del duelo son los procesos psicológicos que se dan desde el comienzo del impacto afectivo y cognitivo de la pérdida, hasta la aceptación de la nueva realidad interna y externa de la persona.

El duelo tiene como particularidad, que es universal, personal, íntimo es un proceso que tarde o temprano se vive, por lo que se debe procesar, ya que si no se elabora adecuadamente vienen los duelos complicados, que son los que llevan a la depresión, a la ansiedad generalizada y, a veces, hasta el suicidio

En los momentos iniciales de un duelo hay una conmoción e incluso incredulidad, una sensación de que el mundo se detiene junto con una turbulencia afectiva de culpa, ira, desesperanza, tristeza y ansiedad.

En la resolución del duelo influyen el tipo de pérdida y los aspectos personales de quien lo sufre y de cómo ha elaborado otros duelos en su vida, la experiencia previa.

No hay un tiempo establecido para el dolor. Todo el proceso puede durar entre 6 meses y de uno a dos años aproximadamente. Después de este periodo de tiempo la persona en duelo puede sentir que es más fácil levantarse por la mañana o sentir que tiene más energía. Este será el momento en el que se empezará a reorganizar la vida alrededor de la pérdida o sin el ser querido. Durante este tiempo, quizás sienta que atraviesa una serie de altibajos. Puede sentirse mejor un día, pero al siguiente día se sienta mal. Esto es normal.

 

¿Qué Aspectos debemos de tener en cuenta en este proceso?

Aunque es normal sentirse triste después de una pérdida, los sentimientos asociados con el dolor deben ser temporales. A veces los sentimientos duran más tiempo o ser diferentes en su intensidad, o se puede tener problemas para lidiar con las emociones asociadas.

Cuando esto sucede, el duelo puede convertirse en depresión. Los síntomas del duelo y la depresión son similares.


Las señales de que se podria estar sufriendo de depresión incluyen:

1. No se empieza a sentir mejor a medida que pasa el tiempo.

2. Tiene dificultad constante para comer o dormir.

3. Sus sentimientos comienzan a afectar su vida diaria.

4. Depende de medicación, drogas o alcohol para hacer frente a la situación.

5. Empieza a pensar en hacerse daño a sí mismo o a otros.

Por ello, si una persona siente que el duelo ya le sobrepasa, si esas emociones le empiezan a incapacitar, si ya la tristeza se transforma en depresión, si la persona no logra gestionar su vida normalmente, o experimenta dificultades significativas para afrontar la pérdida, si el duelo le está afectando negativamente su vida diaria durante un período prolongado, es necesario buscar ayuda profesional, lo cual no  significa que esta "fallando" en el proceso de duelo, sino que está buscando un apoyo adicional para atravesar esta experiencia.

Encontrar al profesional adecuado puede proporcionarle un espacio seguro para expresar sus sentimientos y las emociones. Donde es válido y permitido llorar, hablar…expresar. Esta es una forma de gestionar el duelo, recordando que cada persona tiene su propia manera de expresarlo y vivirlo y no hay una forma “correcta" o "incorrecta" de hacerlo. 

La clave en un proceso de duelo está en la aceptación: aceptar cómo pasaron las cosas, que así sucedieron, que así como hay cosas que pasan por algo, también hay cosas que no pasan por algo; es asimilar la realidad actual para empezar a rehacer la vida, lo que no implica que la persona contemple pasivamente lo sucedido y se resigne, sino que aprenda a vivir sin su ser querido. 

Terminamos con una frase de la reconocida psiquiatra suiza Elisabeth Kübler Ross, pionera en estudios sobre la muerte y el duelo: “Nuestro duelo es tan propio como nuestra vida”.

 

miércoles, 10 de enero de 2024

CÓMO REPERCUTEN LAS HERIDAS EMOCIONALES DE LA INFANCIA EN LA ADULTEZ


Ps. Rocxana Croce P.

Las bases de nuestra personalidad se desarrollan en la infancia y la niñez. Por tanto, cualquier conducta o cualquier herida emocional que nosotros tengamos en estas dos etapas de la vida, infancia y niñez, afectan increíblemente en nuestra vida adulta.

Las heridas emocionales de la infancia son una especie de lesión afectiva que nos impide llevar una existencia plena. Su huella es tan profunda que incluso y nos incapacita para afrontar los problemas con mayor soltura y resistencia.

Las heridas emocionales que sufrimos en la infancia muchas veces se arrastran con nosotros a lo largo de la vida, por ello, es necesario aprender a desintoxicarnos de todas estas emociones negativas para poder comenzar a sanar desde el interior.

Las heridas emocionales en la niñez pasan a formar parte de nuestras células, esto se puede comparar con lo que sucede cuando maltratamos a una plantita en el momento de su germinación, las secuelas de ese maltrato permanecen en la planta, en sus hojas y durante todo su ciclo de vida.

Muchas veces cuando hemos pasado por situaciones traumáticas sobre todo durante esa etapa tan frágil de la vida como es la infancia, tendemos a minimizar el daño o la importancia que han tenido los hechos, porque asumirlo puede conllevar demasiado dolor.

Y justamente, para protegernos del dolor tendemos a decir cosas como por ejemplo, «he superado el hecho que mi madre me abandonó cuando era pequeño y no me afecta para nada». Es posible que en una parte de los casos puede que sea así; si a pesar del abandono, esta persona ha encontrado a lo largo de su vida otros referentes o cuidadores que se han encargado de suplir el hueco y curar la herida. Sólo que sanar ese daño suele ser más difícil de lo que parece.

Supongamos que se trata de una mujer que no ha tenido una figura de padre presente. Esto quiere decir que su padre no ha ejercido como figura de cuidado y protección, porque no pudo o no quiso ejercer ese rol; es más, encima, el tiempo que trataba de hacer de padre, lo hacía desde una postura abusiva y crítica. Esta ausencia pudo generar daños importantes en el desarrollo de esta niña, sin embargo, ella no lo nota, aprendió a vivir con ello.

Y a medida que crece, busca en sus parejas todo aquello que su padre no le dio, incluso cuando no se lo dan, ella es capaz de aguantar situaciones abusivas porque está acostumbrada a ello; y todo con tal de no perder de nuevo a alguien significativo y revivir el dolor de la ausencia.

La carencia de un padre cuidador se ha trasladado a su pareja u otras relaciones significativas, y sin duda, tiene consecuencias en su vida actual.

 

¿Cómo se manifiestan los traumas o heridas en nuestra vida adulta?

Al igual que ocurre con cualquier herida, cuando se roza duele,  provoca reacciones que parece no podemos controlar: reaccionamos incluso de forma exagerada ante situaciones que a priori no tendrían por qué provocar sentimientos tan intensos, pero la herida sigue abierta y somos sensibles a todo aquello que nos lo recuerde, incluso de forma inconsciente. Sobre todo, afecta en el caso de personas que padezcan trauma

Todo comienza casi sin querer, cuando una situación activa los recuerdos, todas las imágenes mentales asociadas al dolor del pasado. Cada fotografía mental te recuerda que hay algo mal dentro de ti. Al igual que el niño de antes que pensaba que todo era su culpa, de adulto piensa que el problema es él. Piensa que por eso está solo, que no puede fiarse de nadie porque todos le abandonan, o que hace siempre las cosas mal y por eso fracasa.

Se «confirma» de nuevo aquel miedo, se mantiene aquella creencia profunda casi inconfesable enterrada en la raíz.

Es un sentimiento que se esconde y nunca te abandona, que se despierta de forma automática sin que puedas controlarlo. Una voz dentro de ti te dice que la culpa es tuya. Y sientes que siempre estará ahí y que, hagas lo que hagas, lo arrastrarás  donde vayas.

«¿Por qué siempre me pasa lo mismo? ¿Por qué la historia se repite constantemente? ¿Qué hay mal dentro de mí? ¿Por qué me sigue ocurriendo lo mismo una y otra vez? ¿Por qué no puedo cambiar o parar esto?»

Entrar en crisis o situación de bloqueo, sentir ansiedad o sensación de culpa, experimentar ganas de huir, desasosiego o casi desesperación… Son reacciones habituales frente a las heridas de la infancia.

Educar a los hijos es una labor de dedicación diaria. Sin duda, Nunca habrá un padre perfecto, pero se puede tratar de ser el mejor padre que se pueda ser, poniendo en acción las habilidades de observación, mejoramiento y cambio.

Si estas heridas emocionales no se abordan adecuadamente, pueden mostrarse en nuestras relaciones. Por ejemplo, podemos proyectar nuestros miedos e inseguridades en los demás, lo que puede generar conflictos o malentendidos.

 Podemos ser más críticos o desconfiados de lo que deberíamos ser, y esto puede poner a prueba nuestras relaciones. Podemos tener actitudes infantiles que den paso a discusiones innecesarias.


A continuación veamos algunos consejos útiles a tener en cuenta cuando frente a las siete heridas emocionales de la infancia.

 1. Miedo al abandono:

Esta herida emocional del pasado tiene su origen cuando la madre, o el cuidador de un niño, no puede, o no quiere, responder como figura protectora frente a los miedos que el pequeño experimenta.

Algunos pequeños dejados a cargo de terceros o dejados solos por largos periodos, o simplemente hijos de madres o padres que, por motivos personales, no responden adecuadamente a las exigencias de compañía y atención que los niños requieren.

Las personas que han vivido experiencias de abandono en su infancia suelen ser inseguras y tienen una alteración emocional, basada en un miedo profundo de que les vuelvan a abandonar.

2. El Maltrato:

Aún en muchas culturas y sociedades se enseña que un buen golpe a los niños es una conducta aceptable, sin embargo, hay muchas investigaciones que nos hablan de lo contrario.

Golpear a los niños para “resolver los conflictos” es un método que no funciona adecuadamente, y es una inadecuada resolución de problemas familiares por la vía de la “Ley del más fuerte”.

Estas secuelas y heridas emocionales de la infancia muchas veces son llevadas a la edad adulta y existe la posibilidad de que acaben siendo esposas y esposos maltratadores.

3. El Rechazo

Existen padres que rechazan sus hijos por varios motivos; sea porque llegó en un momento inadecuado, o por ser producto de un descuido, o por parecerse a uno de sus progenitores, etc.

El rechazo constante hacia nuestro hijo genera un proceso de auto rechazo. La estabilidad emocional del pasado repercutirá en su etapa de adulto, generando la sensación de que nunca, hagan lo que hagan que podrán ser “suficiente” en la vida, en el trabajo, en los estudios e incluso en el amor. Estas personas preferirán permanecer solos y aislados.

4. La injusticia

Desde muy temprana edad, los niños tienen la capacidad de evaluar si las personas con las que conviven reciben un trato igualitario, y para los que tienen varios niños, esto es un asunto de suma importancia.

Una persona al vivir en un ambiente que ha sido totalmente injusto, esto termina por deteriorar su “yo”, transmitiéndoles la idea de que no son merecedores de la atención de los demás.

Un adulto que ha sufrido de la herida de la injusticia puede convertirse en una persona insegura o, al contrario, en alguien demasiado critico que tiene una visión pesimista de la vida. Esta persona puede llegar a tener problemas para confiar y establecer relaciones con los demás, pues inconscientemente piensa que todos lo tratan mal.

5. La traición:

A veces los padres usan la técnica de prometedor, pero cuidado, si no cumplimos las promesas, esto puede crear inseguridades y falta de confianza en el menor. Más vale un ya lo haremos cuando se pueda, que prometer algo que no sabemos si podremos cumplir.

6. La humillación

Hoy más que nunca se ve este fenómeno, cada día son más los niños que crecen en ambientes humillantes.

El Bullying o acoso que se manifiesta a través de múltiples conductas como el insulto, la agresión, la intimidación, poner motes, excluir o aislar socialmente, hablar mal del otro y estimular su maltrato… son conductas  que constantemente los niños se encuentran expuestos,  son situaciones humillantes, con burlas y descalificación, tanto en la escuela como en el hogar.

Estos niños crecen con una gran tendencia a las emociones negativas y a tener una autoestima baja. Seguramente todos recordaremos alguna situación humillante en la infancia, solo hace falta recordarlo para comprender lo grave que puede ser este trauma emocional de la infancia y cómo puede terminar siendo una carga que se llevará en la vida adulta.

7. Temor a lo desconocido

Muchos padres alentamos a nuestros niños a perder el miedo a la oscuridad o a los lugares desconocidos, o subestimamos sus miedos diciendo que no sean cobardes, que no tengan miedo al mar o a las alturas por ejemplo.

Los niños requieren un poco de paciencia, y exponerlos en ambientes desconocidos solo genera individuos inseguros, con miedo al cambio.

 

¿Cómo se cura la herida?

Se puede curar la herida emocional, pero requiere de tiempo, trabajo y constancia, y casi siempre, ayuda profesional.

Es importante tomar conciencia e identificar cuál es la herida y cómo reaccionas cuándo es tocada.

Es necesario entender la necesidad de proteger esa herida.

Y profundizar para ser consciente del sistema de creencias, de tus miedos.

Reaprender nuevas formas de responder ante la situación temida es fundamental.

Para ello a veces es necesario reprocesar los recuerdos., y «revivir de alguna forma» la situación temida o traumática, para poder reinterpretarla desde una perspectiva diferente. La perspectiva de un adulto.

Imaginar desde fuera al niños que fuimos. Conectar con él y con cómo se sentía, hacernos cargo de él como si fuéramos sus cuidadores hoy en día. ¿Qué necesitaba?

Aprender a autorregularse, manejar tú mismo tus emociones, sobre todo en el momento de crisis.

Empoderarse poco a poco, confiar en las capacidades y habilidades propias para poder hacerse cargo de uno mismo. Para confiar en uno mismo, y en la capacidad de relación con el entorno.

Solo queda decir que las memorias de la infancia pueden marcar el resto de nuestras vidas si es que no les ponemos la atención que merecen.

martes, 26 de diciembre de 2023

El síndrome de burnout

 

"A veces, lo más productivo que puedes hacer es relajarte."  Mark Black

 

Aunque, en pequeñas dosis, el estrés puede ayudar a centrarnos y actuar con rapidez, sin embargo, cuando este estado se vuelve constante, se convierte en un problema crónico que debemos evitar a toda costa.

La OMS reconoce el síndrome del burnout, “síndrome de estar quemado” o de desgaste profesional, describiéndolo como un trastorno emocional fruto de una situación de estrés crónico.

El burnout es un estado generalizado de agotamiento provocado por un alto nivel de estrés. Este malestar puede ser físico, mental o emocional y estar muy relacionado con la actividad laboral que desempeñan las personas.


Los síntomas de burnout

Si bien cada persona vive el estrés de diferente manera, lo cierto es que existe un cuadro de síntomas específicos que caracterizan el burnout. Estos son los más recurrentes:

1.Problemas cognitivos: el estrés prolongado puede afectar a la concentración, la memoria y la toma de decisiones.

2.Disminución en la autoconfianza: producida por un sentimiento de insuficiencia que se refuerza en tanto que las personas no pueden cumplir con todos los pendientes.

3.Trabajar con irritabilidad y enojo.

4.Dificultad para dormir: relacionada con las preocupaciones constantes o con las afectaciones físicas y del ciclo de sueño.

5.Dolores musculares: detonados por un incremento en la tensión física o por dedicar mucho tiempo en una misma actividad. 

6.Cefalea o mareos: provocados por pasar horas continuas ante la computadora o por forzar las capacidades mentales para resolver problemas. 

7.Problemas gastrointestinales: vivir una situación de estrés laboral puede alterar la función digestiva, causando síntomas como dolor abdominal, diarrea, estreñimiento y acidez estomacal

8.Fatiga: derivada de la actividad física y mental extrema, así como por agotar las energías en jornadas de trabajo extenuantes.

9.Depresión: propiciada cuando los anteriores síntomas afectan el comportamiento de las personas, lo que genera una mala imagen propia, falta de seguridad y desmotivación.

10.Nerviosismo constante: originado por la falta de seguridad, incertidumbre y temor ante el fallo.

Cambios de comportamiento que pueden derivar en emociones extremas, tales como conducta explosiva o impulsos irracionales: ocasionados por una falta de control psicosocial, aislamiento social.

Por lo general, estos indicios se presentan de forma conjunta, pero algunas personas tienen aptitudes más desarrolladas para lidiar con ciertos efectos del estrés, así que no presentan todos los signos de burnout.

De cualquier modo, lo más importante es saber identificar cuando alguien en tu equipo de trabajo está atravesando por esta situación o, incluso, cuando tú mismo lo padeces. Solo de este modo, podrás actuar para mejorar las condiciones de trabajo de las personas.   

 

Causas de burnout relacionadas con el trabajo

-        Sentir que tiene poco o ningún control sobre su trabajo.

-        Falta de reconocimiento o recompensa por el buen trabajo.

-        Expectativas laborales poco claras o demasiado exigentes.

-        Hacer un trabajo que sea monótono.

-        Trabajar en un ambiente caótico o de alta presión.

-        Causas del estilo de vida de burnout

-        Trabajar demasiado, sin tiempo suficiente para socializar o relajarse.

-        Falta de relaciones cercanas y de apoyo.

-        Asumir demasiadas responsabilidades, sin suficiente ayuda de otros.

-        No dormir lo suficiente.

-        Los rasgos de personalidad pueden contribuir al burnout

-        Tendencias perfeccionistas; nada es lo suficientemente bueno.

-        Visión pesimista de usted mismo y del mundo.

-        La necesidad de tener el control; renuencia a delegar a otros.

 

¿Cómo enfrentar el síndrome burnout?

Hay una gran variedad de herramientas y estrategias que puedes implementar para tomar medidas contra el agotamiento en el trabajo.

Sé proactivo: Planifica y gestiona adecuadamente el contenido de tu trabajo para prevenir la sobrecarga laboral. Es mucho más fácil prevenir el Síndrome de Burnout que solucionarlo una vez que ya se produjo. 

Conciliar con límites claro: Es importante establecer límites claros entre el trabajo y la vida personal. Definir tiempos de descanso, desconexión digital y actividades de ocio para equilibrar las responsabilidades laborales.

Marca los límites: Todas las causas del burnout tienen algo en común: la presión externa. Una de las mejores maneras de revertirlo es importante establecer límites claros entre el trabajo y la vida personal. Es importante definir tiempos de descanso, desconexión digital y actividades de ocio para equilibrar las responsabilidades laborales.

Cuídate: Con mucha frecuencia, el síndrome surge porque dedicamos demasiado tiempo al trabajo y nada a nosotros mismos. Dedícate tiempo, haz algo que te guste y fíjate si puedes dejar de pensar en el trabajo durante una hora, una tarde o un fin de semana completo.

Practicar técnicas de relajación: Realizar actividades como meditación, mindfulness o yoga puede ayudar a reducir los niveles de estrés y a sentirse más relajado.

Realiza actividad física: El ejercicio ayuda a descargar la tensión. Se recomienda hacer una caminata diaria de, al menos, 20 minutos.

Desarrolla la resiliencia: Forja buenas relaciones en el entorno laboral. Muchas veces, el burnout se produce porque estás aislado y, a la vez, bajo mucha presión. Una buena opción para fortalecer la resiliencia con el fin de prevenir el agotamiento es cultivar las buenas relaciones en el trabajo. De este modo, si las presiones empiezan a acumularse, tendrás el apoyo social de tus compañeros para que te ayuden.

Jerarquiza tus objetivos: Esto no significa que no vayas a tener mucho trabajo más adelante, sí implica tener una idea clara a qué darle prioridad, qué es lo importante en tu trabajo en el aquí y el ahora. Además, si la presión se acumula y necesitas deshacerte de algo de trabajo, puedes priorizar las tareas más importantes con efectividad.

De igual forma sugerimos ser conscientes de nuestras capacidades, saber delegar y saber desconectar de los dispositivos tecnológicos cuando estamos compartiendo con las personas que queremos.

Solicitar ayuda: No hay que tener miedo de buscar ayuda profesional a través de psicólogos especialistas en estrés laboral.


Todas estas recomendaciones te ayudarán a disminuir el riesgo de padecer el Síndrome Burnout, aunque es necesario comprender que la prevención es la mejor cura.

El burnout es una señal innegable de que algo importante en su vida no está funcionando. Tómese el tiempo para pensar en sus esperanzas, metas y sueños. ¿Está descuidando algo que es realmente importante? Esta puede ser una oportunidad para redescubrir lo que realmente le hace feliz, reducir la velocidad y darse tiempo para descansar, reflexionar y sanar.

"Casi todas las cosas volverán a funcionar si las desenchufas por unos minutos... incluso tú."  Anne Lamott.

Ps. Rocxana Croce


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