«Es que no sé cómo ponerle un pare”, «No me sale»,
«Siempre termino por ceder”, “Me siento una tonta y me quedo callada», «Sólo si
me enfado me sale»
Ps. Rocxana Croce P.
En la consulta es bastante frecuente escuchar a muchas
personas estas frases cuando describen lo difícil que les cuesta poner límites.
Aprender a poner límites es imprescindible para construir
nuestra autoestima con base firme.
Los límites son las expectativas y necesidades que nos ayudan
a sentirnos seguras y cómodas en nuestras relaciones interpersonales.
Es decir, en una relación las expectativas te van a ayudar a
mantenerte en un estado mental y emocional sano. Aprender a decir “no” y cuándo
decir “sí” son una parte esencial para que puedas sentirte cómoda en el momento
en el que interactúas con los otros.
Establecer límites saludables te va a proporcionar seguridad
en ti misma, te vas a sentir tranquila, respetada y serena.
¿Por qué te cuesta poner límites?
Existen infinidad de motivos. A modo resumen enumero las
dificultades que más solemos ver en consulta:
1.Miedo al conflicto: la persona evita entrar en conflicto al sentirse
incapaz de defender sus propias opiniones y el desacuerdo con el otro.
2.No tener claras las propias necesidades: la escasa diferenciación entre
una mismo y los demás, provoca que no se sepa con certeza dónde empiezan las
propias necesidades y las del otro.
3. Sentirte sin derecho a defender las propias necesidades inhibe la presentación de estas. Por
ello, la persona al sentirse sin este reconocimiento llega a considerar que sus
necesidades no son tan importantes como las de los demás.
4.Miedo al rechazo. La necesidad de ser aceptados o queridos lleva a la persona
a permitir conductas que le incomodan o incluso hacen daño. las personas con
este miedo pueden tener dificultades para establecer relaciones saludables y
confiar en sí mismas y en los demás.
5.Falta de asertividad: la persona tiene dificultades para comunicar sus
límites provocando que evite hablar de ellos. De esta manera, refuerza y
mantiene esta situación.
5.Bloqueo emocional ante el enfado de otra persona, esto hace que la otra
persona se muestra sin capacidad de pensamiento y de reacción
6.Dificultades para manejar la frustración o rabia: la persona siente que no puede
manejar estas emociones. Por este motivo decide “evitarlas” provocando así que
el hecho que las ha provocado (la necesidad de poner un límite) no sea tenido
en cuenta, y finalmente acaba por priorizar la demanda del otro.
Cuando ponemos límites ocurre que estamos poniendo en acción
esa parte de nosotros que toma decisiones, que en base a hechos va adquiriendo
experiencias sanas, porque puso a prueba sus creencias y confrontó la realidad.
Convertirse en adultos tiene que ver con ser capaz de ver las
situaciones con más que una perspectiva. Ser capaces de imaginar que las cosas
pueden ser de manera diferente. Poner límites es también cuidar el tiempo que
tenemos para realizar las acciones que para nosotros son importantes.
Tenemos que aprender a preguntarnos qué queremos y qué no
para comunicarlo de manera clara.
Evidentemente, cuando aprendemos a poner límites podemos ser
un poco torpes o los ponemos a destiempo. Pero no importa.
Más vale ser consecuentes con nuestro pensar y sentir para
ser coherentes al persistir en la práctica el establecimiento de los límites,
porque es la manera de que, con el tiempo, lo ejercitemos de manera natural y
no nos lleve tanta energía y dificultad como al comienzo.
Se trata de dedicarnos tiempo para el autoconocimiento, para
tratarnos con la misma flexibilidad con la que tratamos a los otros, dedicarnos
el mismo tiempo que le dedicamos a los otros…ir encontrando una relación con
uno mismo que nos permita conocernos más y aprender a decir que no cuando
queramos decir que no sin sentirnos mal después.
Para que una relación funcione es necesario que mantenga
ciertos límites, considerando la individualidad de cada persona, sus
experiencias y las expectativas de vida, la educación y los valores recibidos,
su grado de autoestima, sus propios límites, etc.
En nombre del amor también se han cometido muchos daños,
muchos excesos. Y es ahí donde justamente debemos de tener en cuenta que en una
relación hay conductas que no deberíamos dejar pasar, aquellas que traspasan lo
permitido porque van en contra de nuestros principios y convicciones.
Establecer límites claros en una relación es necesario, pero
no siempre se conversa de antemano.
Las personas a veces sienten temor de exponer sus límites por
las consecuencias supuestamente desfavorables que estas puedan tener, piensan
que si se manifiestan con honestidad y dicen lo que piensan a la otra persona,
ello puede ser motivo de discordia, molestia o incluso que se termine una
relación.
Puede ser además que se haya desarrollado un vínculo de apego
con la otra persona, la dependencia emocional que mantiene comportamientos poco
sanos como aguantar o soportar malos tratos, mentiras, etc.
En algunas situaciones y vínculos, existe el temor a perder o
romper la relación, incluso con justificaciones como “ya va a cambiar porque
me quiere”, “ya le pasará, seguro está
cansado”, etc.
Y si aún establecidos nuestros límites la persona los
traspasa, los vulnera, hace daño y no los respeta de manera consecutiva,
estamos en la necesaria obligación de salvaguardar nuestra salud emocional y
ser responsables con uno mismo, de cuidarnos y mostramos cuanto nos estimamos.
Para ello debemos haber desarrollado una buena autoestima,
que dé cuenta de la autovaloración, si uno mismo es capaz de decir las cosas
como las piensa y siente, incluso con la posibilidad de ser capaz de estar
solo.
Teniendo claro ello, será posible no bajar la cabeza, no
someternos o dejar que se vulneren nuestros derechos, en una palabra, que no se
nos maltrate.
Otro detalle, es importante gestionar la posible culpa que
pueda aparecer en un inicio, para no ceder una vez más y empezar a tenernos
primero en cuenta a nosotros mismos.
Para ello, resulta efectivo utilizar las autoafirmaciones
para recordarte y decirte a ti mismo/a “me respeto y me acompaño, se cuidarme”.
Ser consciente de que decir que no en algunas ocasiones es algo bueno para uno
mismo, física y emocionalmente.
Y esta es una actitud
coherente con nuestros principios y valores y en armonía con las otras personas
porque permitirá desarrollar una relación madura, sana y donde el respeto será
la variable que se imponga sin necesidad de estarla pidiendo.
Beneficios de poner límites saludables:
ü Vas a poder dejar claros tus
principios, valores, criterios, opiniones, etc.
ü Vas a darle valor y escuchar tu
propia opinión.
ü Vas a compartir con los otros de
manera asertiva.
ü Vas a permitirte mostrar tu propia
vulnerabilidad con tu circulo de confianza.
ü Vas a poder decir “No” sin sentir
incomodidad.
ü Vas a recibir un “No” como respuesta
sin que te genere inseguridad o sentirlo como algo personal.
Porque, así como otras habilidades, el decir “no” es una habilidad que se tiene que entrenar. Debe ser practicada en numerosas ocasiones, para finalmente sentirnos cómodos con ella.